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Armas

Las armas y los prejuicios: la experiencia israelí

La problemática de los Legítimos Usuarios

Autor: Mendez Rolando

Fecha publicación: 09/06/2005

... Cuando el prejuicio y la intolerancia dominan una cantidad respetable de mentes, solo resta esperar que estos impongan sus posiciones sobre la minoría. ¿Es esto lo correcto? ...

Nunca he sido un "cronista", entendiéndose como tal a aquel que relata lo que esta viviendo en un tiempo y lugar real. También, y como siempre he afirmado, disto mucho de ser un escritor, ya que me considero alguien que tiene cierta capacidad para ordenar pensamientos sobre un tema especifico y plasmarlos en palabras.

Debido a circunstancias propias de la vida que no viene al caso relatar aquí, hoy no me encuentro viviendo en la Republica Argentina. He decidido, junto a toda mi familia emigrar hacia tierras lejanas de mi lugar de nacimiento a comenzar un nuevo proyecto de vida.

En este nuevo lugar he encontrado situaciones y formas de vida, que sin buscar serlo, pueden ser ejemplos de conducta, y de idiosincrasia a adoptar por los Argentinos. Y concretamente me refiero a los problemas que están experimentando, y padeciendo la sociedad toda en materia de inseguridad, de violencia y de, porque no decirlo, falta de control de los organismos responsables de proteger a la población.

Los Legítimos Usuarios de Armas en Argentina no solo sufren de todo lo arriba comentado, sino que también deben cargar en sus espaldas con el concepto (mas bien prejuicio) de la población en general, de que todos los problemas de inseguridad se deben a las armas, y por ende todo aquel que es usuario de una, es causa de este problema.

Este artículo pretende refutar este concepto arriba expresado, y para ello tratare de explicar mi propia experiencia de vida, la que vivo todo los días en este mismo momento.

Esto está pasando ahora mismo en...

Creo importante ubicarlos en donde me encuentro viviendo actualmente. Desde Buenos Aires, unos dieciocho mil kilómetros al noreste, en la región que se conoce como Oriente Medio, en el Estado de Israel. Y dentro mismo de Israel, vivo al noreste del país, en la ciudad capital de una región que se conoce como Alturas del Golan.

Si bien, acorde a los criterios israelíes, esto es una ciudad, en Argentina no distaría mucho de ser un pueblo chico. El ritmo de vida aquí dista mucho de ser el estándar de la vida en las grandes ciudades de este pequeño estado, pero aún así sirve como referencia para destacar.

Con aproximadamente unos 7000 habitantes, Katzrin (así se llama mi ciudad) esta compuesta por un 50% de ciudadanos Israelíes nativos, y un 50% de ciudadanos Israelíes nacidos en otros países y que han emigrado aquí. Dentro de este ultimo grupo, un 90% esta constituido por ciudadanos de varias Republicas que formaban la desaparecida Unión Soviética, un 5% de latinos (Uruguayos, Brasileños, Peruanos, Chilenos y Argentinos) y el 5% restante lo conforman Árabes Israelíes, y personas de distintos lugares de procedencia.

Cuando salgo de mi hogar hacia mis actividades puedo notar varias cosas sobresalientes: En primer lugar puedo ver a numerosos grupos de adolescentes, de entre 13 y 17 años que se dirigen hacia el colegio secundario que esta ubicado casi enfrente de mi casa. Lo hacen caminando en grupo o solos. También mis hijas, de 11 y 9 años van solas caminando a su escuela, que dista a unas 6 cuadras de nuestro domicilio. Cruzan las calles, se adentran por pequeñas sendas y pasillos internos y llegan siempre en horario sin que se las moleste.

Veo ancianos que utilizan pequeños autos eléctricos circulando por la derecha de la calzada, o inclusive sobre la vereda, a los dueños de los negocios levantando las persianas de los mismos, mucha gente en bicicleta por la calle, los autos que frenan y le permiten el paso a un peatón cuando este pisa la senda peatonal, y los autos que no frenan cuando un peatón no cruza por dicha senda. Cuando llego a mi lugar de actividades veo a motos y bicicletas estacionadas sin ningún tipo de candado o cadena que la inmovilice, y cuando salgo de mi lugar de actividades las encuentro en el mismo lugar que se dejaron.

Si mis hijas me piden visitar amigos, no debo acompañarlas ni preguntarles a que hora volverán, porque aunque sean las 21 horas (aquí en invierno anochece a las 17 hs) no me siento preocupado por lo que les pudiese pasar. Si salimos en familia a tomar mate para aprovechar la fresca de la noche puedo ver que en las plazas los chicos de entre 5 y 12 años juegan juntos sin la necesidad de que los padres los estén cuidando. Y por supuesto, ellos solos regresan a sus hogares, caminado.

Puedo ver mujeres solas o parejas de todas las edades haciendo ejercicio por sendas específicamente preparadas para caminar o trotar, las cuales tienen entre 3 y 6 kilómetros de extensión fuera de la ciudad, sobre terrenos boscosos y desolados. Delitos graves no existen. Solo he podido presenciar una pelea de puños entre dos hombres, los que fueron llevados a la estación de policía. Y es que aquí, el golpear a alguien esta considerado como algo muy grave dentro de las faltas menores.

Si ha llegado hasta aquí y no se ha aburrido quisiera contar el resto, que es parte de mi demostración sobre la problemática de las armas.

En todo el trayecto entre mi casa y mi lugar de actividades, en el camino de la escuela de mis hijas, por las veredas, en los autos circulando, en los pequeños autos eléctricos, en los centros comerciales, en las paradas de autobuses, en las oficinas publicas y privadas, en los restaurantes y patios de comidas de los shoppings, en las sendas para practicar aerobismo y a cualquier hora, también puedo observar ARMAS, en manos de militares, policías y civiles.

Y si las puedo observar es porque quienes las tienen no las llevan ocultas, sino a la vista. Por otro lado seria muy difícil ocultar fusiles M16, carabinas XM4, fusiles Galil en versiones cortas y estándar. Hasta he visto carabinas 30 M1 originales y modernizadas. Pistolas, casi todas calibre 9 milímetros, de diferentes marcas y procedencias. También he visto un revólver 357 Mágnum y una pistola calibre 380 ACP. Y como bien dije, estas armas están no solo en mano de policías y militares, también son portadas a la vista por civiles.

Hasta el día de hoy (estoy viviendo en esta ciudad desde hace ya casi 4 meses) no he escuchado, presenciado o sufrido ningún incidente que involucre a un arma de fuego. Quizás lo más terrible que me ha pasado es viajar en autobús y sentir sobre mi trasero la punta de un caño de un Galil que me rozaba, el cual colgaba del hombro de un soldado que volvía a su casa un fin de semana después de servicio.

Semejante despliegue de armas no esta relacionado con el respeto que el gobierno tiene por el derecho de los ciudadanos de poseer y utilizar armas, sino que se debe a un problema muy complejo y antiguo que tiene que ver con Israel y su situación frente a sus vecinos países y al terrorismo que sufre. En definitiva, es un problema de seguridad, tanto exterior como interior que no tiene sentido tratar en estas líneas.

Aquí las armas están consideradas herramientas, que contribuyen con la defensa del país. La gente que por obligación o por necesidad porta un arma no se siente feliz de hacerlo, pero no por el hecho de tener algo peligroso encima, sino porque un arma, por mas liviana que sea, con el correr de las horas encima, molesta.

Las medidas de seguridad que debe adoptar toda persona que acarree un arma son extremas, y cualquiera que no las cumpla, es severa y rápidamente penado por la justicia, con penas que van desde el retiro de las licencias correspondientes hasta la cárcel por un periodo respetable de tiempo.

Como inmigrante nuevo que soy, no poseo autorización para tener armas durante un lapso mínimo de tres años como ciudadano y residente del país. Si antes de este tiempo se me encuentra con un arma, deberé enfrentar rápidamente a la justicia, previo periodo de cárcel efectiva hasta que mi situación se resuelva. El control por parte del estado en este tema es bien estricto, ya que aquí las instituciones que manejan la seguridad interior y exterior funcionan de manera efectiva y aceitada. Y esto hace que la cantidad de armas cuya procedencia se desconoce sea nula, o prácticamente despreciable.

Ahora bien, el ciudadano que necesite poseer, y portar un arma, por las razones que sean, y que cumpla con los numerosos requisitos legales necesarios para poseer y portar un arma, no es considerado un generador de problemas, ni una amenaza publica por parte del resto de la sociedad. Para la gente común, esta persona, vestida con uniforme del ejército, de la policía, o con ropas de un simple civil, que esta llevando a la vista de todos una pistola o un fusil es uno mas.

Ya sea para los niños de la edad de mis hijas, para los adolescentes, jóvenes, o ancianos, no hay problemas si al lado de ellos en la escuela, la panadería, el restaurante o a la orilla de un lago pescando alguien esta portando un arma.

Hechos que demuestran verdades

De acuerdo a mi criterio, lo anterior demuestra algunas cosas importantes, las cuales las considero como las conclusiones de este articulo:

Las armas no son el origen de los problemas de inseguridad:

Las armas no tienen la capacidad de producir cambios en la mentalidad humana, que los induzca a pervertir su conducta y cometer delitos. El solo hecho de tener un arma no modifica la bondad, maldad, honor, condición social, etc. que un ser humano posee. Una persona buena lo seguirá siendo aunque posea un arsenal en su casa, y una persona mala lo seguirá siendo aunque pertenezca a organizaciones desarmistas.

Las armas son un medio eficiente de disuasión:

Hasta que el ser humano no evolucione y logre erradicar sus deseos de atentar contra sus pares, la realidad expresa que continuaran las guerras, y los delitos. Frente a estas actitudes de algunos, no hay mucho para discutir con ellos. Cuando la vida, o los bienes conseguidos con tanto esfuerzo corren peligro de perderse, hay que utilizar los medios que se dispongan para evitarlo. Y no me refiero a usar un arma para defenderse al matar a otro humano, sino para disuadir al delincuente de que cometa un delito.

La obligación del estado de controlar:

Al igual que con los inmuebles o automóviles, las armas deben ser controladas por las autoridades competentes de un estado, mediante la promulgación de leyes equitativas e imparciales. También es tarea del estado la de proveer las instituciones que hagan cumplir estas leyes. Cuando esto no pasa, el accionar de aquellos que no están dispuestos a seguir las reglas, atenta contra el resto de los ciudadanos que si quieren cumplirlas.

Ser poseedor de un arma no significa ser un generador de violencia:

Cada sociedad tiene códigos y forma de conducta que le pertenecen. Las buenas costumbres de una sociedad bien pueden ser las malas costumbres de otra. Si en Argentina una señora de barrio estuviera comprando el pan al lado de un hombre que porta un fusil de asalto con un sachet de leche en la mano, seguramente habría que atenderla por una lipotimia. Es Israel esto es normal. Entonces: ¿Qué esta mal?

Ninguna de las dos posiciones lo esta. Simplemente son diferentes. Pero cuando esa diferencia se toma de manera inadecuada, aparece el prejuicio y la intolerancia, que combinadas solo provocan rechazo y falta de disposición para comprender la posición del otro. Cuando el prejuicio y la intolerancia dominan una cantidad respetable de mentes, solo resta esperar que estos impongan sus posiciones sobre la minoría. ¿Es esto lo correcto?

Conclusión

De ninguna manera intento transmitir el mensaje de que lo que pasa en Israel, es lo que se debería aplicar en Argentina. Pienso que cada país posee sus características distintivas, sus métodos para llevar a cabo proyectos, en definitiva su propia idiosincrasia.

Sin embargo, creo sinceramente que el conocimiento sobre un tema es la base fundamental para evitar actuar solo en base a prejuicios, los que generalmente no llevan mas que a fracturas y la desunión de un conjunto humano.

Y el mirar hacia otro lado, otras conductas, otra manera de pensar, puede hacer que se reevalúen ciertos conceptos y conductas, en beneficio de todos.

Quizás la idea que me interesa transmitir es la que expreso en el punto cuatro de las conclusiones, aquella que dice que algo es malo o bueno dependiendo con el ojo con que se lo mira.

Mendez Rolando

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