Toma leche
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Toma leche
Dejo una anécdota para la "fase 1" 3.0
Toma leche”
Como a muchos, me tocó en suerte durante la infancia, el hacerme de “tíos postizos” en la medida en que mis padres me llevaban de visita a alguna familia de su amistad. A partir de aquel encuentro, aquellos pasarían a ser los “tíos” y quien escribe, su “sobrino”. Algunos momentos compartidos con los tíos postizos, se fueron diluyendo en las aguas del tiempo y otros, quedaron grabados en mi memoria por el impacto causado.
Aquellas vacaciones de verano, con unos nueve años en mi haber y un gusto casi enfermizo por escaparme a trampear al monte, mi padre me dejó al cuidado del “tío Cacho”, para que “me harte del monte y me deje de joder un poco con las salidas al campo y de paso pa’ que vaya aprendiendo algo útil”, tal como le explicó al tío al despedirse.
No estaba al cuidado de un improvisado porque el tío, como gaucho que era, conocía todos los secretos del monte y los ríos que lo bañaban y de los quehaceres diarios, del ordeñe para hacer quesillos, del trenzado de lonjas, de lidiar con caballos redomones y de mil recursos más para subsistir en la ruda geografía de los cerros salteños. De cuanto el hombre pudo, me fue informando y enseñando poco a poco con una enorme paciencia, durante el corto tiempo que compartí con él y su familia.
Las mañanas se aprovechaban desde temprano y antes del amanecer, ayudaba a la tía a prender el fuego con ramitas de algarrobo y a poner la pava a calentar, tiznada de tantos años de brindarle utilidad a la familia. Al amanecer bajábamos al corral a ordeñar las vacas, cuyas ubres rebozaban de leche, esperando por los terneros que balaban desesperados por su sustento.
Antes de terminar la faena, ya el tío había prevenido a todos que la “chuncha” no había aparecido.
- ¿Y cuál es la chuncha? -Le pregunté.
- ¿La chuncha? Una vaca mañera que no baja del cerro a darle la leche al ternero- Me contestó con un gesto de bronca contenida.
- ¡Hay Cacho, vos también! –Le contestó la tía. Algo le tiene que haber pasado a la pobre. -Agregó con tono lastimero.
Luego de colar, hervir la leche y cortarla con el cuajo que la tía enroscaba como lampalagua en un guayacán de atrás de la casa, se prensaba bajo el peso de una piedra la ricota, en unos moldes de madera de algarrobo, (agujereados por el tío con un birabarquín) para que se escurra el suero.
Las tardes pasaban como una exhalación. El tío me mandaba a ensillar una mulita zarca “mansita como una oveja” y a acarrearle leña a la tía, para lo cual debía envolver una parva de leña con una lonja larga y una vez asegurada, engancharla a una argolla de la montura. Ramas de escayante y algarrobo, dejaban unas profundas huellas en la tierra suelta, delineando poco a poco el vaivén parsimonioso de la zarca. Cuando entraba la oración quedaba liberado de los quehaceres y luego de bañarme con el agua de la bomba, ya tiznando la noche, encendía los mecheros para sentarnos a la mesa. Aquella noche el tema de conversación envolvía a todos por igual, mientras las sombras jugueteaban con la pared al ritmo de las llamas de los mecheros. Todos hablaban y opinaban, cada uno a su turno, de los avatares de la “Chuncha”, mientras yo observaba embelesado la danza de sombras y luces contra la pared, cada vez que la caprichosa brisa del Sur soplaba sobre el pabilo de algodón, haciendo que las alargadas nubecitas de hollín subieran a besar las tiznadas chapas del techo.
Unos opinaban que se podría haber desbarrancado en el precipicio del “Mal paso”, otros opinaban que se podría haber ahogado en el ciénego del fondo y la tía se arriesgaba con la posibilidad de que la podría haber comido “el lión”. Yo esperaba la opinión del tío Cacho, pero cuando le llegó el turno, solo opinó:
-Y bueno, habrá que ver… y dirigiéndose a mí, me dijo:
-Colo: Encargate de traer los caballos temprano al corral, que mañana vamos a buscarla.
Antes del amanecer el tío me despertó y mientras tomaba mate cocido en un jarrito, el tío cebaba para sí unos mates, mientras comentaba:
-La “Chuncha” me viene mañereando desde el año pasado, todos se olvidaron que hizo lo mismo… pero yo no me olvido… ¡Qué me voy a olvidar! - Y agregó: Tengo una sospecha firme que hoy vamos a certificar.
-Vos sobrino, prepárate porque ni te imaginás lo que vas a vivir hoy… -Me dijo- Y se alejó en dirección al poste lustrado por los roces de las lonjas que oficiaba de palenque, en el que había atado los animales.
A medida que ascendíamos por la falda del cerro, el suelo se hacía más pedregoso y empinado y pasado un rato, ya podían verse con comodidad los potreros que habíamos ido dejando atrás y, a mí me daba una rara sensación, como si desde el presente pudiera avanzar al futuro, pero contemplando el pasado. Pasamos la última cañada y llegamos al filo del cerro. El tío sujetó su caballo y desmontó decidido, asegurando las riendas a una rama bajita de brea y acomodó el machete atrás de su cintura, quitando después de la montura su rifle, un viejo “Rubí Extra” de culata recortada.
-Desde aquí seguimos a pata... No sea cosa que le jodamos las patas a los animales-Agregó.
Lo seguí en silencio por una cuestita de piedras flojas, en la que cada dos pasos hacia arriba, descendía uno. En aquella loma se empezaban a mezclar los árboles más diversos con una vegetación baja que hacía más difícil no solo el avanzar, sino también el poder ver a las distancias que uno está acostumbrado.
El tío avanzaba en silencio y de pronto, pasó el arma a su espalda, sujetándola con ambas manos y comenzó a encorvarse caminando muy despacito, para informarme:
-Aquí van subiendo las huellas fresquitas de la desgraciada… No ha de andar lejos- comentó en voz baja.
A los pocos metros, me hizo una seña con el índice en los labios como quien pide silencio y se puso en cuclillas. Comenzó a balar imitando a un ternero, mientras apuntaba al monte cerrado con las manos en la boca en forma de trompeta para amplificar el balido. No fueron necesarios muchos intentos para que le devolvieran el sonido. El tío me miró con una sonrisa cómplice y me hizo señas que nos escondamos e debajo de un ancoche cerrado. El tío balaba y la Chuncha contestaba, mientras se escuchaba que las piedras bolas comenzaban a caer, señal inequívoca que la vaca venía bajando.
De pronto, desde el borde pedregoso de la senda, comenzó a desprenderse un silbido agudo, como el que hace una ampalagua y casi de inmediato pude reconocer una víbora oscura que comenzaba a enroscarse como un espiral al costado de la senda.
- ¿Has visto el viborón? Me preguntó el tío al oído y yo, impresionado por la inesperada aparición, asentí apenas.
El cuadro era sorprendente porque en un principio, el tío había encontrado a la Chuncha como si supiera exactamente en qué lugar, (de semejante inmensidad) se encontraría, pero además la atrajo con balidos y, para terminar, un viborón de un raro color oscuro se presentó en la escena. Intentaba procesar todo en mi mente para darle sentido, cuando el tío volvió a cruzar el índice sobre los labios, con la seguridad de quien anticipa un suceso, mientras deslizaba la yema del índice por afuera del arco guardamonte del rifle, que hacía equilibrio sobre su pierna derecha.
El tío dejó de balar y, aun así, la Chuncha se fue acercando cuesta abajo a paso firme por la senda. Cuando se aproximó al viborón, hacía rato que éste esperaba enroscado en forma de resorte. La vaca se ubicó a la par y con gran habilidad, como quien tiene ensayados los movimientos, se frenó al lado del reptil, el que en un extraño movimiento pendulante del cogote, daba la sensación de acercarse a mamar de los pezones de la vaca.
- ¿Has visto? ¡Ya me parecía que se estaba ahorrando la leche para el Malo! Me dijo en voz alta.
Yo había escuchado antes la historia de viborones que tomaban leche de una vaca e incluso algún caso de algunas que tomaban leche de los pezones de la madre, colocando la punta de la cola roma a modo de chupete, para que el bebé no llore. Cuando pregunté a mi padre su opinión, contestó que ni la boca ni la lengua de los reptiles les servían para mamar y como siempre tenía razón, tenía ante mis ojos la oportunidad de sorprenderlo en su error.
En éstos pensamientos me encontraba abstraído cuando el tío reaccionó y de un salto salió de debajo de la copa del ancoche y cortó una rama firme del costado de una tusca.
- ¡Vos quédate aquí! - Me dijo y avanzó decidido mientras la Chuncha asustada, disparaba cuesta arriba con la cola parada, desparramando piedras a troche y moche con sus patas. El tío se acercó al animal que hacía zumbar con fuerza la cola y de un varillazo lo despachó a mejor vida. Con la punta más firme de la rama, golpeó con fuerza la cabeza del reptil, aplastándola contra el suelo, como quien se asegura de su muerte y luego, a paso firme, se dirigió al trote senda arriba tras los pasos de la vaca. Pasaron los minutos y se dejó de escuchar el retumbar de las botas de becerro y la lluvia de pedregullo que caía al bajo, cuando de pronto, se oyó un disparo seco que retumbó en toda la cañada, provocando el eco de las peñas circundantes… Y luego otro más.
Yo no salía de mi asombro observando al viborón de un marrón aceitunado, que ya inerte, dejaba ver unas cuantas cerdas en el lomo, del tamaño de las de un chancho rosillo, como si algo más hiciera falta para aumentar el dramatismo de aquel momento. De pronto, volvieron a escucharse a las piedras rodar cuesta abajo y poco a poco empezó a recortarse por entre el ramerío la figura del tío, que a paso firme se me acercaba.
- ¿Y qué le ha pasao a la Chuncha? –Le pregunté, como esperando una respuesta diferente a la realidad.
- ¿A ese bicho desgraciao? ¡La i’matao por mañera! –Respondió-
- ¡Ahh! Contesté suavecito, agregando: ¿Y no vamos a llevar alguito de carne?
- ¡Jáh, éste sí que me ha jodío! ¡Quién va a querer comer carne de un bicho que se ha apartao de la gracia de Dios! –Contestó convencido.
El Sol ya había hecho desaparecer las sombras, que mansamente se acurrucaban bajo las panzas de los caballos, cuando empezamos a descender por la senda que nos regresaba a la casa, dando la sensación por la prisa del tío, de que más que acercarnos a la querencia, más bien escapábamos cuanto antes de aquel lugar.
Glosario:
Chuncha: Chuncho se suele usar como sinónimo de arisco o poco sociable, pero en Salta y Jujuy, se usa para designar a los animales petisos.
Cuajo: Uno de las partes del aparato digestivo del vobino. Contiene enzimas que coagulan(cuajan) la leche.
Lampalagua o ampalagua: Boa del Norte argentino.
Birabarquín: Berbiquí. Herramienta manual que se usaba como taladro.
Zarca: que tiene ojos azules o uno azul y el otro de un color diferente.
Escayante: Árbol de madera firme y muy espinoso. Arde con gran poder calorífico.
Ciénego: Ciénaga, pantano.
Brea: Árbol de corteza verde y de espinas firmes.
Viborón: Víbora larga de color marrón o negro, muy agresiva. Suele atropellar a los perros o a las personas para morderlas. En algunos lugares, se le llama también así a las serpientes de cascabel.
Ancoche: Arbusto de hojas suaves con las que se fabrican escobas para barrer la ceniza en los hornos de barro.
El Malo: El diablo.
Tusca: Arbusto espinoso de ramas flexibles.
Chancho rosillo: Pecarí de collar.
Toma leche”
Como a muchos, me tocó en suerte durante la infancia, el hacerme de “tíos postizos” en la medida en que mis padres me llevaban de visita a alguna familia de su amistad. A partir de aquel encuentro, aquellos pasarían a ser los “tíos” y quien escribe, su “sobrino”. Algunos momentos compartidos con los tíos postizos, se fueron diluyendo en las aguas del tiempo y otros, quedaron grabados en mi memoria por el impacto causado.
Aquellas vacaciones de verano, con unos nueve años en mi haber y un gusto casi enfermizo por escaparme a trampear al monte, mi padre me dejó al cuidado del “tío Cacho”, para que “me harte del monte y me deje de joder un poco con las salidas al campo y de paso pa’ que vaya aprendiendo algo útil”, tal como le explicó al tío al despedirse.
No estaba al cuidado de un improvisado porque el tío, como gaucho que era, conocía todos los secretos del monte y los ríos que lo bañaban y de los quehaceres diarios, del ordeñe para hacer quesillos, del trenzado de lonjas, de lidiar con caballos redomones y de mil recursos más para subsistir en la ruda geografía de los cerros salteños. De cuanto el hombre pudo, me fue informando y enseñando poco a poco con una enorme paciencia, durante el corto tiempo que compartí con él y su familia.
Las mañanas se aprovechaban desde temprano y antes del amanecer, ayudaba a la tía a prender el fuego con ramitas de algarrobo y a poner la pava a calentar, tiznada de tantos años de brindarle utilidad a la familia. Al amanecer bajábamos al corral a ordeñar las vacas, cuyas ubres rebozaban de leche, esperando por los terneros que balaban desesperados por su sustento.
Antes de terminar la faena, ya el tío había prevenido a todos que la “chuncha” no había aparecido.
- ¿Y cuál es la chuncha? -Le pregunté.
- ¿La chuncha? Una vaca mañera que no baja del cerro a darle la leche al ternero- Me contestó con un gesto de bronca contenida.
- ¡Hay Cacho, vos también! –Le contestó la tía. Algo le tiene que haber pasado a la pobre. -Agregó con tono lastimero.
Luego de colar, hervir la leche y cortarla con el cuajo que la tía enroscaba como lampalagua en un guayacán de atrás de la casa, se prensaba bajo el peso de una piedra la ricota, en unos moldes de madera de algarrobo, (agujereados por el tío con un birabarquín) para que se escurra el suero.
Las tardes pasaban como una exhalación. El tío me mandaba a ensillar una mulita zarca “mansita como una oveja” y a acarrearle leña a la tía, para lo cual debía envolver una parva de leña con una lonja larga y una vez asegurada, engancharla a una argolla de la montura. Ramas de escayante y algarrobo, dejaban unas profundas huellas en la tierra suelta, delineando poco a poco el vaivén parsimonioso de la zarca. Cuando entraba la oración quedaba liberado de los quehaceres y luego de bañarme con el agua de la bomba, ya tiznando la noche, encendía los mecheros para sentarnos a la mesa. Aquella noche el tema de conversación envolvía a todos por igual, mientras las sombras jugueteaban con la pared al ritmo de las llamas de los mecheros. Todos hablaban y opinaban, cada uno a su turno, de los avatares de la “Chuncha”, mientras yo observaba embelesado la danza de sombras y luces contra la pared, cada vez que la caprichosa brisa del Sur soplaba sobre el pabilo de algodón, haciendo que las alargadas nubecitas de hollín subieran a besar las tiznadas chapas del techo.
Unos opinaban que se podría haber desbarrancado en el precipicio del “Mal paso”, otros opinaban que se podría haber ahogado en el ciénego del fondo y la tía se arriesgaba con la posibilidad de que la podría haber comido “el lión”. Yo esperaba la opinión del tío Cacho, pero cuando le llegó el turno, solo opinó:
-Y bueno, habrá que ver… y dirigiéndose a mí, me dijo:
-Colo: Encargate de traer los caballos temprano al corral, que mañana vamos a buscarla.
Antes del amanecer el tío me despertó y mientras tomaba mate cocido en un jarrito, el tío cebaba para sí unos mates, mientras comentaba:
-La “Chuncha” me viene mañereando desde el año pasado, todos se olvidaron que hizo lo mismo… pero yo no me olvido… ¡Qué me voy a olvidar! - Y agregó: Tengo una sospecha firme que hoy vamos a certificar.
-Vos sobrino, prepárate porque ni te imaginás lo que vas a vivir hoy… -Me dijo- Y se alejó en dirección al poste lustrado por los roces de las lonjas que oficiaba de palenque, en el que había atado los animales.
A medida que ascendíamos por la falda del cerro, el suelo se hacía más pedregoso y empinado y pasado un rato, ya podían verse con comodidad los potreros que habíamos ido dejando atrás y, a mí me daba una rara sensación, como si desde el presente pudiera avanzar al futuro, pero contemplando el pasado. Pasamos la última cañada y llegamos al filo del cerro. El tío sujetó su caballo y desmontó decidido, asegurando las riendas a una rama bajita de brea y acomodó el machete atrás de su cintura, quitando después de la montura su rifle, un viejo “Rubí Extra” de culata recortada.
-Desde aquí seguimos a pata... No sea cosa que le jodamos las patas a los animales-Agregó.
Lo seguí en silencio por una cuestita de piedras flojas, en la que cada dos pasos hacia arriba, descendía uno. En aquella loma se empezaban a mezclar los árboles más diversos con una vegetación baja que hacía más difícil no solo el avanzar, sino también el poder ver a las distancias que uno está acostumbrado.
El tío avanzaba en silencio y de pronto, pasó el arma a su espalda, sujetándola con ambas manos y comenzó a encorvarse caminando muy despacito, para informarme:
-Aquí van subiendo las huellas fresquitas de la desgraciada… No ha de andar lejos- comentó en voz baja.
A los pocos metros, me hizo una seña con el índice en los labios como quien pide silencio y se puso en cuclillas. Comenzó a balar imitando a un ternero, mientras apuntaba al monte cerrado con las manos en la boca en forma de trompeta para amplificar el balido. No fueron necesarios muchos intentos para que le devolvieran el sonido. El tío me miró con una sonrisa cómplice y me hizo señas que nos escondamos e debajo de un ancoche cerrado. El tío balaba y la Chuncha contestaba, mientras se escuchaba que las piedras bolas comenzaban a caer, señal inequívoca que la vaca venía bajando.
De pronto, desde el borde pedregoso de la senda, comenzó a desprenderse un silbido agudo, como el que hace una ampalagua y casi de inmediato pude reconocer una víbora oscura que comenzaba a enroscarse como un espiral al costado de la senda.
- ¿Has visto el viborón? Me preguntó el tío al oído y yo, impresionado por la inesperada aparición, asentí apenas.
El cuadro era sorprendente porque en un principio, el tío había encontrado a la Chuncha como si supiera exactamente en qué lugar, (de semejante inmensidad) se encontraría, pero además la atrajo con balidos y, para terminar, un viborón de un raro color oscuro se presentó en la escena. Intentaba procesar todo en mi mente para darle sentido, cuando el tío volvió a cruzar el índice sobre los labios, con la seguridad de quien anticipa un suceso, mientras deslizaba la yema del índice por afuera del arco guardamonte del rifle, que hacía equilibrio sobre su pierna derecha.
El tío dejó de balar y, aun así, la Chuncha se fue acercando cuesta abajo a paso firme por la senda. Cuando se aproximó al viborón, hacía rato que éste esperaba enroscado en forma de resorte. La vaca se ubicó a la par y con gran habilidad, como quien tiene ensayados los movimientos, se frenó al lado del reptil, el que en un extraño movimiento pendulante del cogote, daba la sensación de acercarse a mamar de los pezones de la vaca.
- ¿Has visto? ¡Ya me parecía que se estaba ahorrando la leche para el Malo! Me dijo en voz alta.
Yo había escuchado antes la historia de viborones que tomaban leche de una vaca e incluso algún caso de algunas que tomaban leche de los pezones de la madre, colocando la punta de la cola roma a modo de chupete, para que el bebé no llore. Cuando pregunté a mi padre su opinión, contestó que ni la boca ni la lengua de los reptiles les servían para mamar y como siempre tenía razón, tenía ante mis ojos la oportunidad de sorprenderlo en su error.
En éstos pensamientos me encontraba abstraído cuando el tío reaccionó y de un salto salió de debajo de la copa del ancoche y cortó una rama firme del costado de una tusca.
- ¡Vos quédate aquí! - Me dijo y avanzó decidido mientras la Chuncha asustada, disparaba cuesta arriba con la cola parada, desparramando piedras a troche y moche con sus patas. El tío se acercó al animal que hacía zumbar con fuerza la cola y de un varillazo lo despachó a mejor vida. Con la punta más firme de la rama, golpeó con fuerza la cabeza del reptil, aplastándola contra el suelo, como quien se asegura de su muerte y luego, a paso firme, se dirigió al trote senda arriba tras los pasos de la vaca. Pasaron los minutos y se dejó de escuchar el retumbar de las botas de becerro y la lluvia de pedregullo que caía al bajo, cuando de pronto, se oyó un disparo seco que retumbó en toda la cañada, provocando el eco de las peñas circundantes… Y luego otro más.
Yo no salía de mi asombro observando al viborón de un marrón aceitunado, que ya inerte, dejaba ver unas cuantas cerdas en el lomo, del tamaño de las de un chancho rosillo, como si algo más hiciera falta para aumentar el dramatismo de aquel momento. De pronto, volvieron a escucharse a las piedras rodar cuesta abajo y poco a poco empezó a recortarse por entre el ramerío la figura del tío, que a paso firme se me acercaba.
- ¿Y qué le ha pasao a la Chuncha? –Le pregunté, como esperando una respuesta diferente a la realidad.
- ¿A ese bicho desgraciao? ¡La i’matao por mañera! –Respondió-
- ¡Ahh! Contesté suavecito, agregando: ¿Y no vamos a llevar alguito de carne?
- ¡Jáh, éste sí que me ha jodío! ¡Quién va a querer comer carne de un bicho que se ha apartao de la gracia de Dios! –Contestó convencido.
El Sol ya había hecho desaparecer las sombras, que mansamente se acurrucaban bajo las panzas de los caballos, cuando empezamos a descender por la senda que nos regresaba a la casa, dando la sensación por la prisa del tío, de que más que acercarnos a la querencia, más bien escapábamos cuanto antes de aquel lugar.
Glosario:
Chuncha: Chuncho se suele usar como sinónimo de arisco o poco sociable, pero en Salta y Jujuy, se usa para designar a los animales petisos.
Cuajo: Uno de las partes del aparato digestivo del vobino. Contiene enzimas que coagulan(cuajan) la leche.
Lampalagua o ampalagua: Boa del Norte argentino.
Birabarquín: Berbiquí. Herramienta manual que se usaba como taladro.
Zarca: que tiene ojos azules o uno azul y el otro de un color diferente.
Escayante: Árbol de madera firme y muy espinoso. Arde con gran poder calorífico.
Ciénego: Ciénaga, pantano.
Brea: Árbol de corteza verde y de espinas firmes.
Viborón: Víbora larga de color marrón o negro, muy agresiva. Suele atropellar a los perros o a las personas para morderlas. En algunos lugares, se le llama también así a las serpientes de cascabel.
Ancoche: Arbusto de hojas suaves con las que se fabrican escobas para barrer la ceniza en los hornos de barro.
El Malo: El diablo.
Tusca: Arbusto espinoso de ramas flexibles.
Chancho rosillo: Pecarí de collar.
- Capture Simons
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- Registrado: Lun Jul 27, 2015 7:47 pm
Re: Toma leche
Me encanto tu historia , Al otro lado de la Cordillera la leyenda de quien cría estos Culebrones des da leche , a cambio de buena fortuna y dinero, Pero claro, estas cosas son del Coludo.
Siempre Al Clavo que sobresale se le golpea más fuerte
- Natoch
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Re: Toma leche
Muy bueno, como siempre, Don Lucio!!!.
- Prado
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Re: Toma leche
Muy buen relato Lucio
Mientra leía me transportaba a ese lugar indómito que tan bien has descripto.
Te felicito y gracias pie compartirlo
Mientra leía me transportaba a ese lugar indómito que tan bien has descripto.
Te felicito y gracias pie compartirlo
- abel1202
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Re: Toma leche
Un lujo Lucio!!!!
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Re: Toma leche
Hola Capture. Si, desde luego son del coludoCapture Simons escribió: ↑Mar Jul 07, 2020 4:45 pmMe encanto tu historia , Al otro lado de la Cordillera la leyenda de quien cría estos Culebrones des da leche , a cambio de buena fortuna y dinero, Pero claro, estas cosas son del Coludo.
Por aquí también abundan relatos de esos tratos, solo que aquí son más pijoteros y le dan el suero que sobra de exprimir el queso, como quien recicla
Gracias por leer. Abrazos, Lucio.
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- calupa
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- Ubicación: Formosa
Re: Toma leche
Siempre entreteniéndonos con sus relatos. También siempre muy buenos!!
Las pulgas saltan de perro en perro ; los piojos de cabeza en cabeza y los políticos de partido en partido.
En qué se parecen?
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- randall58
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Re: Toma leche
Muy buen relato Lucio, como nos tenes acostumbrados.
Felicitaciones
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Re: Toma leche
muy bueno lucio un lujo¡¡¡ me recordo cuando vi a mi viejo matar una vivora yarara de chico
que aun se movia y me dice tranquilo hijo ya esta muerta dejara de moverse cuando se valla la luz
del dia y haci fue gracias por compartirlo saludos ¡¡¡
que aun se movia y me dice tranquilo hijo ya esta muerta dejara de moverse cuando se valla la luz
del dia y haci fue gracias por compartirlo saludos ¡¡¡
- vieja
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Re: Toma leche
Excelente, gracias .
para que triunfe el mal, solo es necesario que los buenos no hagan nada
Prohibir las armas legales es un triunfo de los delincuentes
Prohibir las armas legales es un triunfo de los delincuentes
- kanion
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- Registrado: Lun May 11, 2009 12:23 am
Re: Toma leche
Atrapante como los cuentos de la literatura de Horacio QUIROGA.
Muy bueno, muchas gracias LUCIO.
Muy bueno, muchas gracias LUCIO.
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- Mensajes: 620
- Registrado: Lun Oct 29, 2018 8:58 pm
Re: Toma leche
Muchas gracias a vos Nocturno por compartir tu anécdota.
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- Mensajes: 620
- Registrado: Lun Oct 29, 2018 8:58 pm
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- Dago1964
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- Registrado: Dom May 03, 2015 1:15 am
- Ubicación: LANUS
Re: Toma leche
Que puedo decirte Lucio? Si te digo excelente es caer en redundancias dado que todos tus relatos para mi son excelentes, es mas, ya se estaban extrañando, la verdad es ameno leerte y se ha tornado en una buena costumbre leer las historias que nos regalas, gracias Lucio!!!
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- Mensajes: 620
- Registrado: Lun Oct 29, 2018 8:58 pm
Re: Toma leche
Gracias a vos Dago por compartir el relato. Abrazos, Lucio.
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- Mensajes: 158
- Registrado: Mié Nov 06, 2019 10:15 am
- Ubicación: Trenque Lauquen
Re: Toma leche
Excelente relato, muy atrapante.
saludos
saludos
"suena el clarín mandan a izar, sube orgulloso el azul pabellón..."
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- Mensajes: 620
- Registrado: Lun Oct 29, 2018 8:58 pm
Re: Toma leche
Gracias a vos Juan por leer. Abrazos.
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- Mensajes: 132
- Registrado: Lun Dic 14, 2015 11:35 pm
Re: Toma leche
Que bueno leerte, exelente por compartir tus vivencias y muy bien escrito, nos transporta a ese momento irrepetible un abrazo.
- Exeqiel
- Usuario
- Mensajes: 1132
- Registrado: Jue Nov 28, 2019 4:11 pm
- Ubicación: entre ríos
Re: Toma leche
Excelente relato! Me imagino que después de vivir eso es imposible olvidarte lo.
Había escuchado algo de eso, pero como un cuento sin fundamentos..
Lo que es la naturaleza que lo parió!!
Gracias por compartirlo
Un saludo
Había escuchado algo de eso, pero como un cuento sin fundamentos..
Lo que es la naturaleza que lo parió!!
Gracias por compartirlo
Un saludo
Exeqiel
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- Mensajes: 620
- Registrado: Lun Oct 29, 2018 8:58 pm
Re: Toma leche
Muchas gracias Ariel por leer. Abrazos.arieltauro escribió: ↑Vie Jul 10, 2020 7:29 pmQue bueno leerte, exelente por compartir tus vivencias y muy bien escrito, nos transporta a ese momento irrepetible un abrazo.
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- Mensajes: 620
- Registrado: Lun Oct 29, 2018 8:58 pm
Re: Toma leche
Gracias por tomarte el laburo de leer Exeqiel. Abrazos, Lucio.
- darios
- Mensajes: 305
- Registrado: Vie Dic 12, 2014 2:38 pm
Re: Toma leche
Excelente relato como nos tienes acostumbrados!!
He escuchado en el campo lo de las víboras que toman leche ( tanto de vacas como de madres), es increible.
Enviado desde mi Moto G (5) Plus mediante Tapatalk
He escuchado en el campo lo de las víboras que toman leche ( tanto de vacas como de madres), es increible.
Enviado desde mi Moto G (5) Plus mediante Tapatalk
- calupa
- Usuario Experto
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- Registrado: Sab Ago 09, 2008 9:42 am
- Ubicación: Formosa
Re: Toma leche
mie!#@ cheeee, parece que ha andado por el Chaco salteño.
En casa teníamos una petiza llamada Chuncha. En mi zona no hay escayante, un poco mas al oeste si, como quien va hacia Salta, es leña de primera!!
En casa teníamos una petiza llamada Chuncha. En mi zona no hay escayante, un poco mas al oeste si, como quien va hacia Salta, es leña de primera!!
Las pulgas saltan de perro en perro ; los piojos de cabeza en cabeza y los políticos de partido en partido.
En qué se parecen?
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Re: Toma leche
La verdad es que por aquí pululan los relatos del mismo tipo, aunque no lo pude comprobar. Creo que son heredados de España y calcularía que mi viejo tenía bastante de razón. Pero no estoy seguro de nada. Muchas gracias por compartir, abrazos.
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Re: Toma leche
Hola Calupa, de nuevo gracias por leer y compartir. Abrazos, Lucio.
- calupa
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Re: Toma leche
Muy entretenidos sus relatos. Pareciera ser un don de los salteños, porque otro coprovinciano suyo, pero de Embarcación, también nos deleitaba con los suyos.
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