"Polenta con pacarito"
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"Polenta con pacarito"
Polenta con pacarito
La casa de don Camilo se encontraba en un terreno larguísimo, lindero al gigantesco ramal ferroviario que caracterizaba al Güemes de antaño. Era una casa austera, aunque acogedora, con un jardín austero y protegida del viento frío del Sur por una columna austera de álamos plateados. También el dueño de casa llevaba una vida austera como también lo eran sus expresiones aunque la sonrisa que engalanaba su rostro luego de alguna broma, le daba un aspecto alegre y casi de patriarca, sobre todo por el marco que le imponía su blanco y alargado bigote.
La metalurgia era la actividad diaria de don Camilo y jamás sabré si lo fue por elección propia, por necesidad, conveniencia o simplemente por decantación. Ocasionalmente lo frecuentaba mi padre y como acompañante, iba quien escribe, visitante obligado del taller en el que se podían encontrar algunas herramientas fascinantes como cortadoras y dobladoras de metal, las que para matar el aburrimiento, ponía en uso como podía fuera de la mirada de los mayores.
Aquellas visitas no eran de mi mayor agrado, porque restaban horas a compartir con los compañeros de andanzas, horas de mojarreadas de antología, hondazos por doquier y diversión garantizada. Por otra parte, la relación con el dueño de casa era muy lejana y entendía que hasta aquel momento, nada indicaba que tuviéramos algo en común. Por ese motivo propuse a mi invitador que mientras él departía con su anfitrión yo llevaría aquel domingo un riflecito de aire comprimido, (desinflado ya por el uso y el abuso) para buscar unas urpilas, siguiendo el caminito enripiado que llevaba a los galpones del ferrocarril.
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Cuando mi padre llamó con las manos en la tranquera de entrada, ya me había alejado lo suficiente, como para desaparecer en un pequeño tuscal quemado (en el que las palomas gustaban de buscar semillitas de mijo silvestre, hediondilla y piedritas para el buche), a la vez que evitaba los saludos y conversaciones de los adultos.
Usaba una bolsita de tela de algodón con tiras como morral, la que escondía en el bolsillo y en ella oculté las cuatro palomitas desplumadas y despanzadas que había cobrado durante el recorrido; hasta que la “oración” se empezó a apoderar de todo, tiñendo los cerros de Unchimé con una paleta de colores, que iban desde el dorado hasta el naranja rojizo.
Ya de vuelta a la casa y llegando a la tranquera, una suave brisa del Este comenzó a acariciar las puntas de los álamos plateados cuyas hojas embelesaban al observador con su particular danza rítmica: Por un instante color verde oscuro y al siguiente, transformadas en un plata viejo que le da el nombre a la planta. Esa misma brisa bienhechora había sacado a “tomar aire” a don Camilo y a mi padre, los que no se percataron de mi llegada hasta llegar junto a ellos.
Estreché mi diestra a don Camilo por saludar nomás y mientras esperaba la inminente despedida de los dos hombres, el dueño de casa, como quien intenta encontrar algún vínculo, me preguntó:
-¿Cazaste algo bambino?
- Cuatro urpilas, a gatas- Contesté con un dejo de frustración-¡Pero están gorditas!-Le aseguré, para realzar la floja cacería.
-¿Cuatro? ¿Y no te animarías a vendérmelas?-Dejó escurrir de su boca con un tono más bien de ruego que de necesidad. Capté de inmediato que no era una broma y sin querer; una mueca de satisfacción pobló mi cara, de solo pensar en los balines que compraría con el dinero que obtendría.
Repasé fugazmente la expresión de mi padre buscando complicidad y en sus ojos leí que esperaba una decisión justa. No obstante y con el “éter” con que envolvía sus palabras para que no dolieran o fastidiaran, veladamente me solicitó la donación de las pequeñas aves:
-¿Qué vos las vas a comer, chango?- Me dijo.
-Las iba a comer con arrocito, pero se las regalo a usted, don Camilo- Respondí. Y sacando las palomas ya oreadas, se las fui alcanzando de a una por vez, alzándolas de las patitas, para que parecieran más grandes y el gesto cobrara a mi favor otra dimensión.
-¡Esos son gauchos, caramba!- Expresó papá orgulloso y seguro de que había absorbido ya el impacto por la donación casi obligada.
-¡Polenta e osei!-Canturreó don Camilo.
-¿Qué?- Pregunté a modo de aclaración.
-¡Polenta con pacarito!-Contestó don Camilo, riendo con tal satisfacción que contagiaba.
Sentí que el hombre realmente había recibido el obsequio con gran beneplácito y así nomás fue porque de inmediato se dirigió a mi padre diciéndole que él acostumbraba el pago de lo que comía, aunque en este caso, sentía que el dinero era más una ofensa que un pago.
-Por favor, don Camilo, ¡Faltaba más!-Mire si va a andar pagando unas urpilas- Le dije tratando de que ningún gesto de interés asomara por mi cara.
El hombre me tomó por los hombros y comenzó a contar, mientras buceaba en sus recuerdos, de cómo se degustaba en su pueblo natal la polenta con “pacaritos” (de cuya especie hoy no me acuerdo) y que era una comida tradicional que había desembarcado en Argentina con la llegada de sus compatriotas al puerto de Buenos Aires. Con sumo disimulo alzó con el dorso de su índice una lágrima furtiva que amenazaba irremediablemente con rodar, por pura gravedad nomás y preguntó a papá si me dejaba que los domingos le llevara algunos pájaros para elaborar su manjar preferido y que le permitiera además pagármelos, no con dinero, sino con balines para el riflecito.
Papá me miró de reojo y debe haber notado que las orejas se me elevaron, desplazadas hacia arriba por la descomunal sonrisa que la propuesta había causado y no tuvo más remedio que aceptar.
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La fortuna se había volcado indudablemente de mi lado y aunque los pájaros nunca fueron la presa buscada, lo jugoso del convenio me convenció de inmediato. El viejo tano me contó que creía que los “passerotto" (gorriones) cumplirían el cometido y que su abundancia estaba asegurada, hecho éste último con el que concordaba plenamente porque si algo sobraba en el pueblo, eran gorriones. Caminaba apurado y sentía que flotaba de la alegría y no veía las horas de ver a mis compañeros de correrías para contarles la novedad que aseguraría la provisión de municiones para los fines de semana.
Comentado el suceso a los changos y llegado el domingo, aseguramos el suministro de gorriones para don Camilo y luego de desplumarlos y despanzarlos entre todos, los colocamos en una bolsa de nylon limpita y se la acercamos al hombre, quien agradecido, luego de ver las presas y más contento que perro con dos colas, me alcanzó por entre los hierros de la tranquera, un paquetito envuelto con hojas de diario amarillentas, en el que claramente se podían palpar unas cuatro cajitas de balines. El negocio había salido redondo no solo por la paga sino porque don Camilo había acertado con el calibre de los balines, sin haberlo acordado antes.
Así continuamos sistemáticamente con la entrega del preciado ingrediente, hasta que a algunos de los proveedores empezaron a quejarse de que cumplir con el pedido; no les dejaba tiempo para mojarrear en las represas de “atrás del cementerio” y los encuentros con don Camilo se fueron espaciando en el tiempo, porque un domingo le llevábamos los “uccellini”, (tal como les llamaba) y al siguiente nos dedicábamos a la pezca de mojarras y bagrecitos en la compuerta de la represa. Aunque notábamos claramente que los rifles iban de acompañantes en vano (por la falta de balines) y que habría que buscar alguna solución ingeniosa porque no se podía cazar y pescar al mismo tiempo.
Uno de los concurrentes a las innumerables correrías tubo la genial idea que podría acercar las dos pasiones:
- ¿Y si le llevamos tordos al hombre? ¿Mirá la cantidad que hay-Dijo Vitito, con una gran sonrisa de triunfo.
-¿Vos estás loco chango?- le contesté-¿Vos crees que el viejo es zonzo para no darse cuenta? ¿No ves que se ha cansao de comer pájaros en su pago?
Vitito redobló la apuesta con el apoyo de los demás presentes, quienes opinaban que la cantidad de tordos flauta que llegaban al atardecer a dormir entre las totoras, asegurarían la provisión permanente de don Camilo. Podríamos mojarrear y más tarde pillarle los “pacarito” sin problemas. También opinaban que los tordos tenían el mismo tamaño de los gorriones y probablemente el mismo color de carne y hasta el mismo sabor. Entendía que la idea no era del todo mala, aunque arriesgada, sobre todo para mí; que llevaba el compromiso en las espaldas porque don Camilo conocía a mi padre. Sin embargo, envuelto en la vorágine de opiniones coincidentes, accedí a aprobar la idea, al menos por una vez.
El domingo por la tarde, después de una abundante cosecha de torillos y mojarritas, nos metimos a la represa y esperamos a que los tordos llegaran a las matas de juncos y escondidos entre las totoras; rápidamente cumplimos con la cuota para don Camilo. Y lo más importante era que la enorme bandada de tordos, como una sombra gigante, ennegreció el totoral, asegurándonos la cacería por un largo tiempo.
Después de preparar la mercancía (tal como le decían los changos) pudimos ver que gorriones y tordos no eran la misma cosa y solo me quedaba esperar que también los últimos sean también un ingrediente apropiado. Nos dirigimos presurosamente a la zona de trueque y el hombre, como si intuyera la visita, nos esperaba en la tranquera de entrada. El dueño de casa tomó la bolsita con serenidad y después de agradecernos y tal como esperábamos, deslizó el envoltorio de costumbre hacia mis manos. Los ojos de todos se posaron en don Camilo y por obra de la fortuna, el hombre estrujó el cuello sobrante de la bolsa y se despidió rápidamente sin revisar el contenido.
Con los balines en nuestras manos y con la alegría del engaño consumado, nos fuimos acercando a nuestro barrio, planeando desde ya la salida del próximo domingo.
Aquella tarde había sido dibujada tal como la soñábamos. La compuerta de salida de la represa estaba abierta y las mojarritas y bagres se amontonaban alrededor del sifón que les cerraba el paso. La cosecha alcanzaba para una fritanga y solo quedaba cumplir con el pedido para don Camilo, cosa que se cumplió más rápido que el día anterior porque ya conocíamos los escondites de los tordos y también los lugares de mejor camuflaje. Evisceramos las presas y partimos directo a entregar el pedido. Todo sucedió como esperábamos y luego de que el hombre miró el contenido de la bolsa, con un gesto de agradecimiento nos entregó lo pactado.
El domingo siguiente, luego de la pesca y el baño correspondiente en la represa, mientras nos íbamos a apostar y repartimos las municiones, nos encontramos con la desagradable sorpresa que los balines eran de un calibre diferente al nuestro. El descontento fue general y decidimos devolvérselos al hombre, desconocedor de los calibres de rifles, para que los cambie y poder en lo sucesivo cumplir con lo acordado.
Llegamos el lunes después del almuerzo a la casa de don Camilo y luego de golpear las manos, salió el hombre, con la sonrisa de siempre.
-E come stai bambino? -Canturreó suavemente mientras apoyaba su palma en mi cabeza- ¿Hoy lunes me traen passerotto?
-No don Camilo, solo veníamos a pedirle si usted podría cambiar los balines, porque no son los mismos que usamos y no nos sirven- En realidad, son parecidos pero no los mismos-Quise aclarar al neófito en balines.
-¡Ahhh! ¡Qué increíble coincidencia! -Respondió don Camilo-A mí me pasó lo mismo… - y agregó: Ustedes cambien “lo pacarito” que yo cambio los balines.
La casa de don Camilo se encontraba en un terreno larguísimo, lindero al gigantesco ramal ferroviario que caracterizaba al Güemes de antaño. Era una casa austera, aunque acogedora, con un jardín austero y protegida del viento frío del Sur por una columna austera de álamos plateados. También el dueño de casa llevaba una vida austera como también lo eran sus expresiones aunque la sonrisa que engalanaba su rostro luego de alguna broma, le daba un aspecto alegre y casi de patriarca, sobre todo por el marco que le imponía su blanco y alargado bigote.
La metalurgia era la actividad diaria de don Camilo y jamás sabré si lo fue por elección propia, por necesidad, conveniencia o simplemente por decantación. Ocasionalmente lo frecuentaba mi padre y como acompañante, iba quien escribe, visitante obligado del taller en el que se podían encontrar algunas herramientas fascinantes como cortadoras y dobladoras de metal, las que para matar el aburrimiento, ponía en uso como podía fuera de la mirada de los mayores.
Aquellas visitas no eran de mi mayor agrado, porque restaban horas a compartir con los compañeros de andanzas, horas de mojarreadas de antología, hondazos por doquier y diversión garantizada. Por otra parte, la relación con el dueño de casa era muy lejana y entendía que hasta aquel momento, nada indicaba que tuviéramos algo en común. Por ese motivo propuse a mi invitador que mientras él departía con su anfitrión yo llevaría aquel domingo un riflecito de aire comprimido, (desinflado ya por el uso y el abuso) para buscar unas urpilas, siguiendo el caminito enripiado que llevaba a los galpones del ferrocarril.
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Cuando mi padre llamó con las manos en la tranquera de entrada, ya me había alejado lo suficiente, como para desaparecer en un pequeño tuscal quemado (en el que las palomas gustaban de buscar semillitas de mijo silvestre, hediondilla y piedritas para el buche), a la vez que evitaba los saludos y conversaciones de los adultos.
Usaba una bolsita de tela de algodón con tiras como morral, la que escondía en el bolsillo y en ella oculté las cuatro palomitas desplumadas y despanzadas que había cobrado durante el recorrido; hasta que la “oración” se empezó a apoderar de todo, tiñendo los cerros de Unchimé con una paleta de colores, que iban desde el dorado hasta el naranja rojizo.
Ya de vuelta a la casa y llegando a la tranquera, una suave brisa del Este comenzó a acariciar las puntas de los álamos plateados cuyas hojas embelesaban al observador con su particular danza rítmica: Por un instante color verde oscuro y al siguiente, transformadas en un plata viejo que le da el nombre a la planta. Esa misma brisa bienhechora había sacado a “tomar aire” a don Camilo y a mi padre, los que no se percataron de mi llegada hasta llegar junto a ellos.
Estreché mi diestra a don Camilo por saludar nomás y mientras esperaba la inminente despedida de los dos hombres, el dueño de casa, como quien intenta encontrar algún vínculo, me preguntó:
-¿Cazaste algo bambino?
- Cuatro urpilas, a gatas- Contesté con un dejo de frustración-¡Pero están gorditas!-Le aseguré, para realzar la floja cacería.
-¿Cuatro? ¿Y no te animarías a vendérmelas?-Dejó escurrir de su boca con un tono más bien de ruego que de necesidad. Capté de inmediato que no era una broma y sin querer; una mueca de satisfacción pobló mi cara, de solo pensar en los balines que compraría con el dinero que obtendría.
Repasé fugazmente la expresión de mi padre buscando complicidad y en sus ojos leí que esperaba una decisión justa. No obstante y con el “éter” con que envolvía sus palabras para que no dolieran o fastidiaran, veladamente me solicitó la donación de las pequeñas aves:
-¿Qué vos las vas a comer, chango?- Me dijo.
-Las iba a comer con arrocito, pero se las regalo a usted, don Camilo- Respondí. Y sacando las palomas ya oreadas, se las fui alcanzando de a una por vez, alzándolas de las patitas, para que parecieran más grandes y el gesto cobrara a mi favor otra dimensión.
-¡Esos son gauchos, caramba!- Expresó papá orgulloso y seguro de que había absorbido ya el impacto por la donación casi obligada.
-¡Polenta e osei!-Canturreó don Camilo.
-¿Qué?- Pregunté a modo de aclaración.
-¡Polenta con pacarito!-Contestó don Camilo, riendo con tal satisfacción que contagiaba.
Sentí que el hombre realmente había recibido el obsequio con gran beneplácito y así nomás fue porque de inmediato se dirigió a mi padre diciéndole que él acostumbraba el pago de lo que comía, aunque en este caso, sentía que el dinero era más una ofensa que un pago.
-Por favor, don Camilo, ¡Faltaba más!-Mire si va a andar pagando unas urpilas- Le dije tratando de que ningún gesto de interés asomara por mi cara.
El hombre me tomó por los hombros y comenzó a contar, mientras buceaba en sus recuerdos, de cómo se degustaba en su pueblo natal la polenta con “pacaritos” (de cuya especie hoy no me acuerdo) y que era una comida tradicional que había desembarcado en Argentina con la llegada de sus compatriotas al puerto de Buenos Aires. Con sumo disimulo alzó con el dorso de su índice una lágrima furtiva que amenazaba irremediablemente con rodar, por pura gravedad nomás y preguntó a papá si me dejaba que los domingos le llevara algunos pájaros para elaborar su manjar preferido y que le permitiera además pagármelos, no con dinero, sino con balines para el riflecito.
Papá me miró de reojo y debe haber notado que las orejas se me elevaron, desplazadas hacia arriba por la descomunal sonrisa que la propuesta había causado y no tuvo más remedio que aceptar.
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La fortuna se había volcado indudablemente de mi lado y aunque los pájaros nunca fueron la presa buscada, lo jugoso del convenio me convenció de inmediato. El viejo tano me contó que creía que los “passerotto" (gorriones) cumplirían el cometido y que su abundancia estaba asegurada, hecho éste último con el que concordaba plenamente porque si algo sobraba en el pueblo, eran gorriones. Caminaba apurado y sentía que flotaba de la alegría y no veía las horas de ver a mis compañeros de correrías para contarles la novedad que aseguraría la provisión de municiones para los fines de semana.
Comentado el suceso a los changos y llegado el domingo, aseguramos el suministro de gorriones para don Camilo y luego de desplumarlos y despanzarlos entre todos, los colocamos en una bolsa de nylon limpita y se la acercamos al hombre, quien agradecido, luego de ver las presas y más contento que perro con dos colas, me alcanzó por entre los hierros de la tranquera, un paquetito envuelto con hojas de diario amarillentas, en el que claramente se podían palpar unas cuatro cajitas de balines. El negocio había salido redondo no solo por la paga sino porque don Camilo había acertado con el calibre de los balines, sin haberlo acordado antes.
Así continuamos sistemáticamente con la entrega del preciado ingrediente, hasta que a algunos de los proveedores empezaron a quejarse de que cumplir con el pedido; no les dejaba tiempo para mojarrear en las represas de “atrás del cementerio” y los encuentros con don Camilo se fueron espaciando en el tiempo, porque un domingo le llevábamos los “uccellini”, (tal como les llamaba) y al siguiente nos dedicábamos a la pezca de mojarras y bagrecitos en la compuerta de la represa. Aunque notábamos claramente que los rifles iban de acompañantes en vano (por la falta de balines) y que habría que buscar alguna solución ingeniosa porque no se podía cazar y pescar al mismo tiempo.
Uno de los concurrentes a las innumerables correrías tubo la genial idea que podría acercar las dos pasiones:
- ¿Y si le llevamos tordos al hombre? ¿Mirá la cantidad que hay-Dijo Vitito, con una gran sonrisa de triunfo.
-¿Vos estás loco chango?- le contesté-¿Vos crees que el viejo es zonzo para no darse cuenta? ¿No ves que se ha cansao de comer pájaros en su pago?
Vitito redobló la apuesta con el apoyo de los demás presentes, quienes opinaban que la cantidad de tordos flauta que llegaban al atardecer a dormir entre las totoras, asegurarían la provisión permanente de don Camilo. Podríamos mojarrear y más tarde pillarle los “pacarito” sin problemas. También opinaban que los tordos tenían el mismo tamaño de los gorriones y probablemente el mismo color de carne y hasta el mismo sabor. Entendía que la idea no era del todo mala, aunque arriesgada, sobre todo para mí; que llevaba el compromiso en las espaldas porque don Camilo conocía a mi padre. Sin embargo, envuelto en la vorágine de opiniones coincidentes, accedí a aprobar la idea, al menos por una vez.
El domingo por la tarde, después de una abundante cosecha de torillos y mojarritas, nos metimos a la represa y esperamos a que los tordos llegaran a las matas de juncos y escondidos entre las totoras; rápidamente cumplimos con la cuota para don Camilo. Y lo más importante era que la enorme bandada de tordos, como una sombra gigante, ennegreció el totoral, asegurándonos la cacería por un largo tiempo.
Después de preparar la mercancía (tal como le decían los changos) pudimos ver que gorriones y tordos no eran la misma cosa y solo me quedaba esperar que también los últimos sean también un ingrediente apropiado. Nos dirigimos presurosamente a la zona de trueque y el hombre, como si intuyera la visita, nos esperaba en la tranquera de entrada. El dueño de casa tomó la bolsita con serenidad y después de agradecernos y tal como esperábamos, deslizó el envoltorio de costumbre hacia mis manos. Los ojos de todos se posaron en don Camilo y por obra de la fortuna, el hombre estrujó el cuello sobrante de la bolsa y se despidió rápidamente sin revisar el contenido.
Con los balines en nuestras manos y con la alegría del engaño consumado, nos fuimos acercando a nuestro barrio, planeando desde ya la salida del próximo domingo.
Aquella tarde había sido dibujada tal como la soñábamos. La compuerta de salida de la represa estaba abierta y las mojarritas y bagres se amontonaban alrededor del sifón que les cerraba el paso. La cosecha alcanzaba para una fritanga y solo quedaba cumplir con el pedido para don Camilo, cosa que se cumplió más rápido que el día anterior porque ya conocíamos los escondites de los tordos y también los lugares de mejor camuflaje. Evisceramos las presas y partimos directo a entregar el pedido. Todo sucedió como esperábamos y luego de que el hombre miró el contenido de la bolsa, con un gesto de agradecimiento nos entregó lo pactado.
El domingo siguiente, luego de la pesca y el baño correspondiente en la represa, mientras nos íbamos a apostar y repartimos las municiones, nos encontramos con la desagradable sorpresa que los balines eran de un calibre diferente al nuestro. El descontento fue general y decidimos devolvérselos al hombre, desconocedor de los calibres de rifles, para que los cambie y poder en lo sucesivo cumplir con lo acordado.
Llegamos el lunes después del almuerzo a la casa de don Camilo y luego de golpear las manos, salió el hombre, con la sonrisa de siempre.
-E come stai bambino? -Canturreó suavemente mientras apoyaba su palma en mi cabeza- ¿Hoy lunes me traen passerotto?
-No don Camilo, solo veníamos a pedirle si usted podría cambiar los balines, porque no son los mismos que usamos y no nos sirven- En realidad, son parecidos pero no los mismos-Quise aclarar al neófito en balines.
-¡Ahhh! ¡Qué increíble coincidencia! -Respondió don Camilo-A mí me pasó lo mismo… - y agregó: Ustedes cambien “lo pacarito” que yo cambio los balines.
- Xaster
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Re: "Polenta con pacarito"
Muy lindo relato.
Me encantaría comer pajaritos también, pero me da mucha pena cazarlos. De urpila para arriba nomas, que sabrá ser...
Me encantaría comer pajaritos también, pero me da mucha pena cazarlos. De urpila para arriba nomas, que sabrá ser...
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Re: "Polenta con pacarito"
Hoy es un tema sensible, aún cuando la especie sea declarada dañina. Dicho ésto, no creo que te hayas perdido "el sabor". Muchas gracias por tomarte el laburo de leer.
- Natoch
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Re: "Polenta con pacarito"
Un capo el tano!. Llevaba la diplomacia en la sangre.
Muy bueno el relato, como siempre.
- Dago1964
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Re: "Polenta con pacarito"
Hermoso relato!!!! Gracias por regalarnos un rato de lectura amena!!!
- Drosa
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Re: "Polenta con pacarito"
Muchas gracias por tan ameno relato, digno de un sabio escriba
saludos desde la patagonia, donde la nonna sabia cocinarme la polenta con pacarito con las torcazas que cazaba
saludos desde la patagonia, donde la nonna sabia cocinarme la polenta con pacarito con las torcazas que cazaba
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Nux M11 sniper
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Cometa 300
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- Maxi Diaz
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Re: "Polenta con pacarito"
Buenísimo!!!
No se los tanos, los gallegos cazan zorzal (no es el mismo de acá) y alguna otra especie que ni recuerdo, incluso un gallego me contó que esperaban a no se que pájaro migratorio que al pasar las bandadas paraban en los árboles y los llenaban, los bajaban a palazos de noche.
En chile y acá en el sur se caza y consume el zorzal patagónico (caza no permitida en mi provincia al menos, en chile si, con cupos y todo)
Desplumado parece una perdicita chiquita me contaron .
Saludos y gracias por el relato
No se los tanos, los gallegos cazan zorzal (no es el mismo de acá) y alguna otra especie que ni recuerdo, incluso un gallego me contó que esperaban a no se que pájaro migratorio que al pasar las bandadas paraban en los árboles y los llenaban, los bajaban a palazos de noche.
En chile y acá en el sur se caza y consume el zorzal patagónico (caza no permitida en mi provincia al menos, en chile si, con cupos y todo)
Desplumado parece una perdicita chiquita me contaron .
Saludos y gracias por el relato
Maxi Diaz
- Jim brener
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- Ubicación: Montevideo, Uruguay
Re: "Polenta con pacarito"
Gracias por el relato, excelente como siempre.
Habìa escuchado hablar de la polenta con pajarito, pero no sabìa que pajarito era el que se usaba.
Habìa escuchado hablar de la polenta con pajarito, pero no sabìa que pajarito era el que se usaba.
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Re: "Polenta con pacarito"
Muchas gracias Drosa. Increíble como nos conectan las costumbres. Muchas gracias por leer. Abrazos desde Salta.
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- Mensajes: 620
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Re: "Polenta con pacarito"
Muchas gracias Maxi. Sí, el zorzal es una máquina de morfar. Aquí le llamamos chalchalero pecho colorao o blanco(come chal chal, una frutita roja) y el mirlo(negro con pico naranja) pero su canto es tan melodioso que por acá a nadie se le ocurriría cañonearlo. Abrazos,Lucio.Maxi Diaz escribió: ↑Vie Mar 19, 2021 12:24 pmBuenísimo!!!
No se los tanos, los gallegos cazan zorzal (no es el mismo de acá) y alguna otra especie que ni recuerdo, incluso un gallego me contó que esperaban a no se que pájaro migratorio que al pasar las bandadas paraban en los árboles y los llenaban, los bajaban a palazos de noche.
En chile y acá en el sur se caza y consume el zorzal patagónico (caza no permitida en mi provincia al menos, en chile si, con cupos y todo)
Desplumado parece una perdicita chiquita me contaron .
Saludos y gracias por el relato
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Re: "Polenta con pacarito"
Muchas gracias Jim por leer. Un tano excombatiente en África, me contó que sobrevivían tirando granadas al río y comiendo pescado, porque hacía meses que no le llaga an suministros. Cuando volvieron a Italia, no sólo no les dieron bola, sino que no había NI CÁSCARAS EN LA BASURA y emigraron a América. Si es así, es probable que no hayan tenido muchas opciones para elegir. Aquí sí, todo mejoró y nos pusimos "elegidores", la mayoría de los descendientes de extranjeros. Abrazos.Jim brener escribió: ↑Vie Mar 19, 2021 12:48 pmGracias por el relato, excelente como siempre.
Habìa escuchado hablar de la polenta con pajarito, pero no sabìa que pajarito era el que se usaba.
- Maxi Diaz
- Gran usuario
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- Ubicación: Reta, Tres Arroyos
Re: "Polenta con pacarito"
Son hermosos pero en la zona de fruta fina son una pesadilla, ni bien pintan las cerezas y guindas las atacan y voltean, la frutilla también las pican y ya no sirve, la frambuesa igual (tienen como una obsesión con lo "Rojo") además que son muy caraduras acá y cada tanto aparece alguno que tiene problemitas y se la agarra con un auto o una ventana (uno me arruinó el lustre de la puerta del auto, otro al espejo de la chata de mi cuñada y otro a la ventanilla de la de mis suegros, otro que al amanecer le picaba la ventana a la vecina tooodos los días) se ganan enemigos los pajarillos.lucio esevich escribió: ↑Vie Mar 19, 2021 1:06 pmMuchas gracias Maxi. Sí, el zorzal es una máquina de morfar. Aquí le llamamos chalchalero pecho colorao o blanco(come chal chal, una frutita roja) y el mirlo(negro con pico naranja) pero su canto es tan melodioso que por acá a nadie se le ocurriría cañonearlo. Abrazos,Lucio.Maxi Diaz escribió: ↑Vie Mar 19, 2021 12:24 pmBuenísimo!!!
No se los tanos, los gallegos cazan zorzal (no es el mismo de acá) y alguna otra especie que ni recuerdo, incluso un gallego me contó que esperaban a no se que pájaro migratorio que al pasar las bandadas paraban en los árboles y los llenaban, los bajaban a palazos de noche.
En chile y acá en el sur se caza y consume el zorzal patagónico (caza no permitida en mi provincia al menos, en chile si, con cupos y todo)
Desplumado parece una perdicita chiquita me contaron .
Saludos y gracias por el relato
saludos
Maxi Diaz
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Re: "Polenta con pacarito"
Ahhhh, miralos nomás!!! No sabía eso que contás. Muchas gracias.Maxi Diaz escribió: ↑Vie Mar 19, 2021 1:25 pmSon hermosos pero en la zona de fruta fina son una pesadilla, ni bien pintan las cerezas y guindas las atacan y voltean, la frutilla también las pican y ya no sirve, la frambuesa igual (tienen como una obsesión con lo "Rojo") además que son muy caraduras acá y cada tanto aparece alguno que tiene problemitas y se la agarra con un auto o una ventana (uno me arruinó el lustre de la puerta del auto, otro al espejo de la chata de mi cuñada y otro a la ventanilla de la de mis suegros, otro que al amanecer le picaba la ventana a la vecina tooodos los días) se ganan enemigos los pajarillos.lucio esevich escribió: ↑Vie Mar 19, 2021 1:06 pmMuchas gracias Maxi. Sí, el zorzal es una máquina de morfar. Aquí le llamamos chalchalero pecho colorao o blanco(come chal chal, una frutita roja) y el mirlo(negro con pico naranja) pero su canto es tan melodioso que por acá a nadie se le ocurriría cañonearlo. Abrazos,Lucio.Maxi Diaz escribió: ↑Vie Mar 19, 2021 12:24 pmBuenísimo!!!
No se los tanos, los gallegos cazan zorzal (no es el mismo de acá) y alguna otra especie que ni recuerdo, incluso un gallego me contó que esperaban a no se que pájaro migratorio que al pasar las bandadas paraban en los árboles y los llenaban, los bajaban a palazos de noche.
En chile y acá en el sur se caza y consume el zorzal patagónico (caza no permitida en mi provincia al menos, en chile si, con cupos y todo)
Desplumado parece una perdicita chiquita me contaron .
Saludos y gracias por el relato
saludos
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Re: "Polenta con pacarito"
Excelente Lucio, placer asegurado de antemano al saber que sos el autor de un cuento cuando uno lee el título en FA.
Hablando de pájaros, lo que a la larga va a ser preocupante es la aparición desde hace un tiempo de estorninos, eliminan o por lo menos bajan el número en forma importante de los pájaros nativos, como el caso del hornero y otros. Llegan a formar nubes, de hecho en Italia un tipo le iba a hacer juicio a no sé qué municipalidad porque ensucian tanto con excrementos, en este caso la calle, que derrapó con el auto y chocó. Las primeras bandadas de las que tuve noticia empezaron en la costa, cerca de Marpla, pero un amigo me dijo hace pocos días que ya los vió en Lugano -CABA-.
No dejes de regalarnos tus relatos, que -si fuese vos-, los editaba.
Saludos.
Hablando de pájaros, lo que a la larga va a ser preocupante es la aparición desde hace un tiempo de estorninos, eliminan o por lo menos bajan el número en forma importante de los pájaros nativos, como el caso del hornero y otros. Llegan a formar nubes, de hecho en Italia un tipo le iba a hacer juicio a no sé qué municipalidad porque ensucian tanto con excrementos, en este caso la calle, que derrapó con el auto y chocó. Las primeras bandadas de las que tuve noticia empezaron en la costa, cerca de Marpla, pero un amigo me dijo hace pocos días que ya los vió en Lugano -CABA-.
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Re: "Polenta con pacarito"
Hola Abel. Gracias. Por aquí, en la zona del Valle de Siancas, un valle entre cerros en el que está Güemes, mi ciudad, hace un par de años que empezaron a llegar tucanes y un pájaros de las Yungas, que se llama "yapu". Ninguno tiene depredadores aquí en el bajo y son un azote para la fruta. Hay indudablemente algún cambio en el clima, pero esos bichos, sin control, van a perjudicar y mucho. No sabés la audacia que tienen para llegar a los frutales y dejarlos pelados... Abrazos Abel y en cualquier momento publicamos algo. Gracias de nuevo.abel1202 escribió: ↑Vie Mar 19, 2021 7:29 pmExcelente Lucio, placer asegurado de antemano al saber que sos el autor de un cuento cuando uno lee el título en FA.
Hablando de pájaros, lo que a la larga va a ser preocupante es la aparición desde hace un tiempo de estorninos, eliminan o por lo menos bajan el número en forma importante de los pájaros nativos, como el caso del hornero y otros. Llegan a formar nubes, de hecho en Italia un tipo le iba a hacer juicio a no sé qué municipalidad porque ensucian tanto con excrementos, en este caso la calle, que derrapó con el auto y chocó. Las primeras bandadas de las que tuve noticia empezaron en la costa, cerca de Marpla, pero un amigo me dijo hace pocos días que ya los vió en Lugano -CABA-.
No dejes de regalarnos tus relatos, que -si fuese vos-, los editaba.
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Re: "Polenta con pacarito"
Hola Maxi, te aporto con una reseta...Maxi Diaz escribió: ↑Vie Mar 19, 2021 12:24 pmBuenísimo!!!
No se los tanos, los gallegos cazan zorzal (no es el mismo de acá) y alguna otra especie que ni recuerdo, incluso un gallego me contó que esperaban a no se que pájaro migratorio que al pasar las bandadas paraban en los árboles y los llenaban, los bajaban a palazos de noche.
En chile y acá en el sur se caza y consume el zorzal patagónico (caza no permitida en mi provincia al menos, en chile si, con cupos y todo)
Desplumado parece una perdicita chiquita me contaron .
Saludos y gracias por el relato
https://www.foro.fullaventura.com/viewt ... l#p2986036
Una vez más, muy buen relato Lucio...
Los alemanes de acá también se comían los pajaritos chicos; los cocinaban en una salsa y a una papa grande, cocida; le sacaban una cucharada al centro y le ponían el pájaro con salsa y lo servían...
Esta receta se la escuché una vez, hace unos cuarenta años, a mi abuelo... Si averiguo detalles, la subo...
Saludos.
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Re: "Polenta con pacarito"
Hola Abel, hará 15 años dejé de andar en pajarerías (tenía distribución de alimentos de aves) y ya varios años antes me llegó el dato de que se veían estorninos en la zona alpistera (Tandil, Olavarría, tres Arroyos...) ya se preveía un problema, hace por lo menos 5 fui de visita a baires y me impactó ver varios mezclados con zorzales, gorriones y catas en las veredas de V. Alsina, Lanús, como decís van a dar que hablar esos bichitos, por lo pronto ya los vi en listados de plagas (no recuerdo si nacional o en Bs As), haga patria, mande plomo y haga polenta con pacarito!
Saludos
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Re: "Polenta con pacarito"
A Lucio tenemos que darle una "birome" con poca tinta ¡Es un gran escribidor! ( parafraseando a Don Mario)
Siempre digo lo mismo : miro y re miro un par de veces antes de comenzar a leer, por la extensión de los relatos y siempre, siempre ¡ Terminan resultando MUY CORTOS!!!!!!
Espero que escriba mas seguido!!!! Da gusto leerlo.
( El de la pava me encantó)
Siempre digo lo mismo : miro y re miro un par de veces antes de comenzar a leer, por la extensión de los relatos y siempre, siempre ¡ Terminan resultando MUY CORTOS!!!!!!
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Las pulgas saltan de perro en perro ; los piojos de cabeza en cabeza y los políticos de partido en partido.
En qué se parecen?
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Re: "Polenta con pacarito"
Muchas gracias por leer. Y si... A veces me piden en la flia. que les mande alguna anécdota y el formato de lectura, espanta a más de uno. Y le quita la gracia porque visualmente es feo, además de molesto. Abrazos.calupa escribió: ↑Lun Mar 22, 2021 10:15 amA Lucio tenemos que darle una "birome" con poca tinta ¡Es un gran escribidor! ( parafraseando a Don Mario)
Siempre digo lo mismo : miro y re miro un par de veces antes de comenzar a leer, por la extensión de los relatos y siempre, siempre ¡ Terminan resultando MUY CORTOS!!!!!!
Espero que escriba mas seguido!!!! Da gusto leerlo.
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- calupa
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Re: "Polenta con pacarito"
Bueno.... De leer se trata asi que ¡Se jodan los haraganes!!!
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Re: "Polenta con pacarito"
Este se me había pasado.
Muy lindo y buen relato Lucio, como nos tenes acostumbrados.
Felicitaciones, esperamos el próximo.
Muy lindo y buen relato Lucio, como nos tenes acostumbrados.
Felicitaciones, esperamos el próximo.
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Re: "Polenta con pacarito"
Si en europa siempre se cazo y mando a la olla lo que se podia. ..y eso incluye pequeños pajaros que aqui no se nos ocurriria cazar para comer ... Aunque si recordemos que en toda casa bien organizada habia una palomar de donde se proveian de tiernos pichones.
Mi padre me contaba que en berisso en epocas del frigorifico swift habia un increible variopinto de inmigrantes y para cada uno de ellos habia un sitio donde podias comer sus platos tipicos ..incluyendo la polenta con pajaritos. .
Mi padre me contaba que en berisso en epocas del frigorifico swift habia un increible variopinto de inmigrantes y para cada uno de ellos habia un sitio donde podias comer sus platos tipicos ..incluyendo la polenta con pajaritos. .
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Re: "Polenta con pacarito"
Exacto. Y después de la guerra, ni hablar. Para comerle la carnecita a un gorrión, hay que armarse de paciencia y tener más hambre que el Chavo.ots03 escribió: ↑Jue Abr 08, 2021 11:14 amSi en europa siempre se cazo y mando a la olla lo que se podia. ..y eso incluye pequeños pajaros que aqui no se nos ocurriria cazar para comer ... Aunque si recordemos que en toda casa bien organizada habia una palomar de donde se proveian de tiernos pichones.
Mi padre me contaba que en berisso en epocas del frigorifico swift habia un increible variopinto de inmigrantes y para cada uno de ellos habia un sitio donde podias comer sus platos tipicos ..incluyendo la polenta con pajaritos. .
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Re: "Polenta con pacarito"
Hola tocayoMaxi Diaz escribió: ↑Lun Mar 22, 2021 9:53 amHola Abel, hará 15 años dejé de andar en pajarerías (tenía distribución de alimentos de aves) y ya varios años antes me llegó el dato de que se veían estorninos en la zona alpistera (Tandil, Olavarría, tres Arroyos...) ya se preveía un problema, hace por lo menos 5 fui de visita a baires y me impactó ver varios mezclados con zorzales, gorriones y catas en las veredas de V. Alsina, Lanús, como decís van a dar que hablar esos bichitos, por lo pronto ya los vi en listados de plagas (no recuerdo si nacional o en Bs As), haga patria, mande plomo y haga polenta con pacarito!
Saludos
Recién veo tu post, por eso la tardanza; sí, no sé muy bien cómo habrán llegado al país, pero es así como decís.
Lo que me llamó la atención en lo que contás, es que ya hace 15 años que empezaron pensaba que era algo más reciente, y todo con el que hablamos del tema dice lo mismo que vos "mande plomo"; como anécdota, les tiraba a una buena distancia -para AC, un PCP que agrupaba como los dioses-, y los primeros tiros -antes de ver a fondo el Chairgun-, no pegué, hasta que uno de ellos me mostró una manera de reaccionar -nada que ver con otros pájaros-, que me hizo ver lo fácil que es cazarlos (con apoyo doble), porque cuando el balín de 16 grains le pasó cerca, se agachó, como si lo hubiera despeinado, corregí un apenitas y listo, empcé a bajarlos en serie, como no me sentía a gusto -y el primer cruce de la trayectoria lo tenía a 22.5 m-, y ya había vuelto la wifi , consulté el programa y confirmé que lo que estaba corrigiendo era justito lo que había que modificar, por lo que seguí alegremente; las bandadas íban y venían, hasta que varios pares de ojos en la vereda (a unos 75/80 m), empezaron a "barrer" las ventanas de mi edificio...por lo que lo que siguíó fue lo mismo pero después de varios días de descanso y en horarios/días completamente aleatorios....
Saludos.
- Maxi Diaz
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Re: "Polenta con pacarito"
Hola
Sisi, ya te digo, algo mas de 15, en su momento pensé que era bolaso pero cuando vi los pajaritos en baires me acordé al toque de esas conversaciones, haciendo memoria creo que de que los vi en Alsina van casi 10 años.,..
Vi el desastre que hacían el el alpiste las bandadas de jilgueros, ni quiero imaginar esas bandadas gigantes de estos bichos lo que puede hacer en un trigal o alpiste/mijo/cebada
Abrazo.
Maxi Diaz