Armas
Autor: Mendez Rolando
Fecha publicación: 23/03/2005
Siempre me limité a escribir de manera técnica o sobre historia militar. No creo tener la capacidad de escribir novelas o poesía, o vaya uno a saber cuantos estilos literarios mas existirán. Siempre fui un técnico mecánico con algunos estudios de física teórica y de balística, con vocación por aprender de la experimentación y cierta afición y talento por saber poner en un papel lo que le diría a otra persona, mientras converso con ella.
Pero estas líneas que siguen, si bien tendrán su parte histórica y técnica, son escritas por mí desde otro lado de mi ser. Es la historia de un pedazo de metal con forma de pistola, que no sé de donde venia, que sé a quien se la compré, que conozco el largo tiempo que pasó conmigo y que por cuestiones de la vida, hoy ya le pertenece a otra persona.
Alguna vez siendo niño escuché una canción de Alberto Cortez, que decía algo así como: "Cuando un amigo se va, queda un espacio vacío, que no lo puede llenar la llegada de otro amigo". Algo así me pasa a mí cuando un arma se aleja de mis manos pero, como seguramente debe pasarle a varios fierreros, hay armas que "duelen mas" cuando se van. Esta es una de ellas.
Algo sobre la Sig Sauer P220
Hablar sobre estas armas es tocar un tema bastante sencillo. Simplemente se puede decir esta fabrica Suiza desarrollo y puso en producción a una línea de armas que hoy en día pueden considerarse entre las tres mejores líneas de pistolas del mundo, sino la mejor. La P220 fue la primera de su saga, a la que le siguieron modelos en otros calibres y tamaños, manteniendo el mismo sistema de funcionamiento y la ergonomía en prácticamente toda sus descendencia.
Sig (Societe Industrielle Suisse) de Neuhausen fue creada en 1853, y esta relacionada con armas desde fines del siglo XIX, pero su sello distintivo como manufactura diseñadora y fabricante de primera línea lo dio con el diseño y la puesta en producción de su modelo P210, una soberbia pistola pensada como arma policial y militar, pero que por sus cualidades y calidad de ajuste se parecía mas a un modelo de lujo. Como todo lo suizo, esta pistola reunía un ajuste, terminación y calidad de materiales insuperable, lo que por otro lado las hacían (y las hacen) muy costosas.
Como muchas otras armas, reunía una serie de características que la hacían pionera en su tiempo, y que hoy vemos como comunes. Un sistema de disparo contenido en un solo conjunto, separable del resto del arma, la corredera que estaba contenida por las guías externas del armazón (como hoy vemos en la CZ75), y una soberbia precisión. Estas son solo parte de estas cualidades que la destacan.
A partir del primer lustro de la década del 70, la P210 empezó a perder terreno frente a nuevos diseños de armas en su tipo. Principalmente por su baja capacidad de munición y su alto costo, la Sig comenzó a diseñar una pistola que la reemplazara.
Como es tradicional en la fábrica, la nueva pistola que vio la luz en el año 1974 contenía innovaciones para su época, que aun siguen estando vigentes y fueron adoptadas por varias fabricas de armas del mundo. La serie P, cuyo primer exponente es la 220, esta constituida por la 225, 226, 228 y 229.
Específicamente hablando de la P220, inicialmente fue construida para disparar los calibres .45 ACP, 9 mm Parabellum, 7.65 mm Parabellum y .38 Super Auto. Pero el tiempo hizo que a este arma siempre se la asocie con el 45, ya que el resto de los calibres, o bien fueron adoptados en otros modelos, o bien se descontinuaron.
Esta línea de armas fue y es un éxito a nivel comercial en todo el mundo. Muchas fuerzas armadas militares y civiles la han adoptado como parte de su equipo. Para esto, la Sig, que no poseía la capacidad de producción que la demanda le imponía, busca apoyo en la Sauer Sohn, una fabrica alemana con la capacidad de producir masivamente sin resignar calidad de producción. Y por esto mismo, a pesar de ser un diseño suizo, estas armas son consideradas como alemanas, ya que es en este país de donde han salido los primeros ejemplares.
Actualmente, y por ser una integrante de esta línea, la P 226 y 228, armas que equipan a importantes agencias de seguridad de los Estados Unidos, también se produce toda la línea de estas pistolas en ese país. He podido ver ejemplares de ambos países y no existen diferencias de calidad, y solo puede diferenciarse un arma de otra por sus marcajes.
El arma
A pesar de que hoy en día este arma es de lo mas avanzado que se puede obtener, es bueno pensar que ya han pasado mas de treinta años desde que su diseñó se encontraba en el tablero. Esto es bueno tenerlo en cuenta porque algunas de sus características pueden resultar anticuadas frente a modelos mas nuevos. Y esto ultimo esta principalmente referido solo a la P220, ya que sus derivadas modernas han solucionado estas falencias comparativas.
Se trata de una pistola semiautomática, con sistema de disparo de doble acción tradicional, con cargador monohilera, sin seguros manuales, de construcción totalmente cerrada, y sin ser un arma pequeña su tamaño es relativamente compacto con respecto a otros modelos clásicos.
El sistema de cierre del arma fue una de sus innovaciones. Es en esencia un cierre tipo Browning mejorado, cuyo primer exponente de renombre es la Colt 1911 y luego la Browning GP 35.
Pero la particularidad que distingue a la 220, esta dada por el reemplazo de los dos resaltes que se ubican en la parte antero-superior a la recamara junto a sus correspondientes rebajes tallados en la parte superior de la corredera, por un sistema mucho mas sencillo y barato de fabricar.
Este consiste en mecanizar al final de la parte exterior del caño (en la parte correspondiente a la recamara) una forma geométrica mas o menos parecida a un rectángulo, que encastra y mantiene unido al conjunto caño y corredera durante el periodo en que la presión del disparo es alta. Esta forma particular de la recamara tiene su contraparte "en negativo" en el maquinado que se le efectúa a la ventana de expulsión de la corredera.
Este sistema que hoy en día es tan común, y que es usado en tantas pistolas de diversos orígenes y calibres, vio la luz con la 220.
La doble acción tradicional, que no es una innovación de la 220, pero si es este arma una de las primeras exponentes que lo masifico, consiste en un sistema por el cual el arma se comporta como un revolver cuando el martillo esta abatido y hay cartucho en recamara.
O sea que con solo presionar la cola del disparador, el martillo retrocederá hasta llegar a su punto de liberación y golpeara contra el percutor, produciéndose el disparo. Luego de esto, los disparos siguientes se realizaran en acción simple, ya que el retroceso de la corredera provocara de manera automática el montado del martillo.
Ninguna de las Sig que yo he tenido oportunidad de disparar se destacan por su disparador. Todas poseen un largo recorrido en doble acción y un recorrido muerto en simple, cosa muy común y también muy normal para un arma que esta concebida para utilizarse por militares y policías.
Si bien creo que con algún trabajo adecuado esto se puede mejorar, no me parece lo mejor, porque el arma de servicio y el disparador alivianado o mejorado no es una opción de lo mas segura cuando al arma se la usa para defensa. Por lo menos yo prefiero que un arma para este fin dispare cuando yo lo decida, no cuando se me escape un tiro por estar bajo presión y cometer un error.
En lo que también innovó este sistema de disparo es en la posibilidad de manipularlo y nunca perder la operatividad del arma.
Para ello la 220 cuenta con una palanca desamartilladora que consiste en una chapa doblada y segrinada al final de la cacha derecha y sobre la parte superior del armazón, justo donde se ubica el pulgar derecho cuando se esta empuñando.
Con el martillo montado, al accionar este mando hacia abajo, se produce la caída del martillo a su posición de reposo, o primer monte, sin que en momento alguno se golpee contra el percutor, y sin que se desactive el seguro automático de percutor. Por lo tanto, aunque por alguna falla el martillo no frene en la muesca correcta no se producirá el disparo, porque el percutor esta completamente trabado.
Pero a diferencia de otras armas, en donde el desamartillado deja al arma inoperable, en la P220 el estado del arma sigue siendo de "lista para el disparo", ya que con solo presionar la cola del disparador el arma disparara en doble acción. Piensen un poco y noten que en un momento de apuro, lo mejor es no tener que pensar si nuestra arma esta lista para tiro, en seguro, montada, etc, sino que lo único que hay que hacer es apretar la cola del disparador y listo.
Por otro lado, y esto no es muy fácil de explicar, existen armas con sistemas de desamartillado, pero de todos los que he probado, ninguno se asemeja en su suavidad y funcionamiento al de la Sig.
Es como si uno pudiera llevar al martillo a su posición de reposo manteniendo la presión sobre el mando correspondiente y hacerlo caer cuando lo desee. Quizás el gran defecto de este sistema sea el que solo puede ser manipulado con comodidad por tiradores diestros, ya que el mando esta ubicado para ser accionado con el pulgar derecho, sin posibilidad de colocarlo en el lado opuesto del arma.
El cargador esta confeccionado en chapa de acero con pequeños orificios que permiten controlar a simple vista la carga del mismo. No existen partes de plástico en el, todo es chapa. Nunca me he cortado, ni siquiera raspado al llenarlo, porque los labios del mismo tienen la suficiente superficie para mantener rígidos a los cartuchos sin producir lastimaduras.
Es del tipo monohilera, con un sistema de desarme muy sencillo y rápido, con capacidad para siete cartuchos del .45 ACP. Las primeras armas utilizaban el muy europeo sistema de retención del cargador ubicado en la base de la empuñadura (como en la Walther P38), pero los modelos posteriores adoptaron el clásico sistema del botón ubicado en el medio de la empuñadura, al inicio del arco guardamontes.
Es de hacer notar, que aun con el cargador vacío, al accionar el mando de retenida, el mismo es expulsado hacia el exterior, saliendo por si solo del arma, aun teniendo el arma casi en posición horizontal. O sea que no se necesitan dos manos (una para apretar el botón y la otra para extraer el cargador) con lo que se gana un buen tiempo para poner al arma de nuevo en tiro.
La corredera no esta construida partiendo de un bloque de acero, sino que es en esencia chapa gruesa (de unos 2.5 mm de espesor ) que ha sido doblada y mecanizada con la menor cantidad de operaciones posibles. A la parte anterior de la misma, se le ha soldado una pieza de similar material que componen la guía del caño y el orificio por donde se desplaza la guía del resorte recuperador. Solo puede conocerse que estas son dos piezas cuando se desarma al conjunto, ya que desde el exterior es imposible descubrir vestigio alguno de soldadura.
Este sistema simplifica bastante el centrado del caño, ya que al igual que la Browning GP 35, no existe boquilla guía o reten que una o centre al caño con respecto a la corredera. Posee extensas acanaladuras para asirla y tirar hacia atrás de ella al alimentar y termina en dos labios que protegen al percutor de la acción de suciedad. Dentro de ella, todo es desmontable, ya que el bloque de cierre que contiene el percutor y el sistema de seguro automático esta sujeto a la misma por un perno pasador que lo mantiene absolutamente inmóvil.
En el tiempo en que el arma estuvo en mi poder nunca tuve necesidad de quitar este bloque por motivo alguno. No contiene ningún tipo de mando de seguro que sobresalga (porque no lo necesita) y es bastante difícil que se enganche con ropas.
Los sistemas de toma de puntería están constituidos por alza y guión fijos, con la posibilidad de corrección de la deriva. He notado que existen varios juegos de aparatos de puntería, mas altos o bajos según sea el gusto del usuario. En el caso de mi arma esta tenia un alza numero 8 y un guión numero 6. No sé si será igual en los modelos modernos pero en mi arma, el alza poseía un poste pintado de blanco, mientras que el guión contenía un punto. Al tomar miras, en lugar de los clásicos tres puntos, se formaba una i.
El caño contiene estrías convencionales, y esta pavonado en su contorno. No sé cual es el objetivo de esto, porque con los disparos va perdiendo rápidamente este tratamiento, merced al roce que se produce con la boca de la corredera. Nunca tuve necesidad de tarugarlo y conocer el diámetro interno del mismo. Simplemente pegaba con cualquier munición que lo alimentara. Como toda arma europea, esta lleno de marcas de prueba, lo que, por lo menos para mí, es una garantía extra.
Las medidas de la recamara prácticamente no poseen tolerancias apreciables. Esto me permitía recargar con las medidas exteriores máximas del cartucho. Y muchas veces me ha pasado que los cartuchos que alimentaban perfectamente en mi arma no lo hacían en otra, por no poseer otras recamaras las medidas adecuadas. Y por ello mismo, es que me era muy difícil trabarla. Simplemente alimentaba lo que se le pusiera.
Un capitulo aparte merece el resorte recuperador. Este no es el clásico espiral, sino que en realidad son tres. Están entrelazados entre sí, y pintados con alguna pintura sintética. Le otorga al sistema una tensión bastante alta en relación a otras 45, ya que hay que hacer bastante fuerza para hacer retroceder a la corredera. Y tal vez sea este el motivo por el cual mi 220 pudo digerir cargas suaves y extremadamente fuertes sin problema alguno. Hoy en día es común ver este tipo de resortes en armas mas modernas, por eso es particularmente importante conocer quien fue el primero en usarlos.
El armazón esta realizado en aleación liviana, impecablemente trabajado, donde no se nota ni por fuera ni por dentro maquinado alguno. A su vez, en los lugares en donde debe resistir esfuerzos mayores, siempre se encuentra una pieza de acero que lo resista. Es el caso de la rampa de basculación y reten de caño, y del sistema de desarme. El armazón no tiene ningún tipo de segrinado en ningún lado y carece de guías o rebajes para adosar dispositivos como miras o linternas externas.
Las cachas son de plástico, segrinadas en toda su superficie, y también cubren el muelle real en su parte posterior. No lastiman al empuñar pero tampoco permiten que el arma se deslice de las manos cuando se dispara. Están sujetas al armazón por dos tornillos cada una. El empuñe que forman estas es sobresaliente.
El arma se acomoda perfectamente en manos relativamente pequeñas como las mías. Y nunca he tenido ningún pellizco del martillo por mas alto que empuñe, como es común sufrir con otras 45. He tenido la oportunidad de probar con cachas de goma marca Hogue, pero por lo menos para mi, me resultaron muy gruesas.
Mi arma
Mi hija mayor ya tenía un año y un problema congénito de salud que requería una cirugía bastante complicada. En esa época yo tiraba en un polígono que pertenecía a la Departamental Matanza de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, ubicado en Camino de Cintura y Autopista Richieri, lugar en donde conocí a mi buen maestro de tiro y recarga y mejor amigo, el señor Renato Taddeo.
Es ahí en donde entre mate y charla, Renato me mostró por primera vez la que seria mi 220. Con este arma fue con la que me sacaba los nervios de encima por el problema de mi hija, tirando en la línea de manera que hoy como mínimo considero, "nerviosa".
Pero entre los nervios surgió una simbiosis entre mi persona y ese arma. No era la primera vez que le había sido infiel a mi esposa con un arma, ya que hasta ese momento había gozado de amoríos con otras armas que poseía. Y a todos mis novios y novias que ya tenia, le sumaba otra "novia", mi P220. Juntando peso a peso, llegue a pagarla, y como nos pasa a todos, los días que tardo el RENAR en otorgarme la tenencia se convirtieron en décadas.
Hoy en día no tengo problemas en ingresar un arma a casa, simplemente porque no puedo comprarla, pero en aquellos tiempos en los que mi bolsillo podía permitirse ciertas licencias, ingresar un arma a casa significaba soportar la cara de "felicidad" de mi señora. Es por eso que para que mi 220 comience a formar parte de mi familia y no provoque la ruptura conyugal, debía hacer algo.
De regreso al hogar con la pistola ya en mi poder, debía pasar por un hipermercado muy conocido de la zona. Es así que me detuve en él, y compre un horno de microondas. Mi mujer me vio llegar a casa cargando una gran caja de cartón, y con una sonrisa de oreja a oreja me agradeció mi tan gentil presente.
No escuché muchas protestas ni vi muchas caras largas cuando dentro del horno mi señora descubrió una caja de cartón mas chica que contenía a la 220, ya que solo tenia ojos para su nuevo chiche.
Mi 220 no difería en nada del resto de las 220 que andan por allí. No estaba pintada de rosa, no tenía miras de tririum, no tenía cachas de material exótico alguno, no tenía el disparador alivianado, ni siquiera tenia una terminación impecable, merced a tener que soportar el sudor de mi cintura o el roce con el cuero de mi funda.
Era mi arma de "batalla" ya que fue la que me acompaño en la cintura durante el tiempo en que tuve potación, o la que llenaba la guantera o el costado del asiento de mi auto cuando salía con mi familia. A veces recibía un trato descuidado, cuando la escuchaba saltar dentro de auto porque agarraba un pozo. Pero siempre que la hice "sufrir" con estos tratos, recibió esmerados cuidados, con baqueta, cepillo, solvente y franela.
Cuando aun no recargaba el .45ACP y compraba recarga de la mas dudosa calidad, nunca se quejo y siempre tiro todo lo que le puse para adelante. Trabarla era tarea mas que difícil. Ni siquiera con puntas mal fundidas con plomo extraído de caños de agua dejaba de tirar.
Cuando empezó a alimentar mi propia munición, supo soportar las mas extrañas cargas experimentales, (con pólvoras tan lentas, que para lograr abrir su cierre no me alcanzaba el gran volumen interno de las vainas para meter tanto propelente), o con cargas tan fuertes (200 grains de punta a 1180 p/s) que me sacudía los dientes cuando las disparaba. En el medio de eso, mi 220 se mostraba inmutable. Siempre se mostró imperturbable con Z50, Z90, A2, UW2000, Bullseye, 231, Unique, Herco, 2400, 296, 4227.
Solo dijo basta con A27. Simplemente los 15 grains que yo quería colocar no entraban en la vaina sin producir cartuchos deformes por la compresión a la que sometía a la pólvora con la colocación de la punta. Y con menos que eso, estimo que mi 220 no abría el cierre. Pero yo estimo, que si alguna vez la hubiera cargado con Nobleza Gaucha o Rosamonte, también hubiera funcionado.
Mi 220 fue el arma que me acompaño en mi único "problema" contra delincuentes. Gracias a Dios, solo tuve que mostrarla sin darle uso, aunque sé que se hubiera comportado como siempre lo hizo.
Durante un tiempo, mi 220 recibió unas merecidas vacaciones. No es que tuviera problema alguno, sino que mi inclinación por los fusiles hacia que tirara en polígonos de tiro especialmente preparados para las armas largas, en donde se carga de a un cartucho por vez.
Y esto es incomodo y hasta fastidioso, tratándose de armas cortas semiautomáticas. Pero en ciertas ocasiones, he llevado mi 220 a este polígono y la he probado, de a un tiro por vez, a 50 metros de distancia, logrando pegar de manera muy satisfactoria.
Últimamente, la difícil situación económica llegó hasta esta familia, y la necesidad pudo mas que el afecto. Puse mis armas en venta y mi 220 fue la primera que se fue. Es duro hacer un paquetito con el arma y con algunas cosas mas que me acompañaron mas de diez años.
En cierto sentido, y salvando las diferencias, cuando me encontraba en el Renar firmando los formularios de transferencia, sentía como que estaba cediendo en adopción a algunas de mis nenas. Pero me queda el consuelo de que mi 220 hoy esta en buenas manos, ya que ahora su dueño es mi primo hermano, quien comparte la misma afición que yo, y que sabe cuidar a sus novios y novias igual o mejor que este servidor.
Final
Yo no se si sentir como yo siento ser el dueño de un arma sea algo habitual en la mayoría de los legítimos usuarios y tiradores. Cada uno tiene su propia manera de sentir y esa diversidad hace linda la convivencia. He tenido armas que me han provocado poco o nulo pesar cuando me desprendí de ellas y también he tenido armas que me costo dejar.
Estas líneas tienen por objeto informar técnicamente y también servir como despedida, o tal vez como un hasta pronto a un pedazo de metal con forma de arma de fuego que ha sabido darme muchas satisfacciones.
Quien sabe como son las vueltas de la vida y quizás mi 220 algún día vuelva a mis manos.
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