CERRAR

Armas

De soldados y civiles

Por nuestro colaborador en Israel

Autor: Mendez Rolando

Fecha publicación: 01/12/2010

Trabajaba frente a mi maquina, pero estaba aburrido. Ya había pasado esa casi hora y media que había dedicado a su preparación y puesta a punto para cumplir con la orden de trabajo. Ahora mi tarea consistía en cambiar piezas, apretar el botón que hacia correr el programa de mecanizado y esperar. Es en esos momentos en que pueden aparecer los pensamientos más molestos o ideas excelentes.

Comencé a pensar en la particular dualidad que existe en casi todo habitante de este nuevo país en que me encuentro; dualidad que puede hacer de una misma persona, un oficial de alta graduación de las fuerzas armadas y al mismo tiempo un tomador de estado de la compañía de aguas. De un paracaidista veterano de muchas batallas, un obrero de tareas generales en una línea de producción. De una instructora de manejo de tanques de guerra, una maestra jardinera, o una cuidadora de niños. De un piloto de F16, un recolector de naranjas en una comunidad agrícola.

No conozco y no se si existe tal dualidad en otra parte del globo. Las características propias de Israel producen este tipo de fenómenos.

En las líneas siguientes espero poder explicar rasgos característicos de esta sociedad en que he decidido vivir. Conductas y modos de pensar que harían pensar a mas de un lector latino que la gente y la sociedad de este país esta como mínimo, equivocada.

No abordaré ningún tema político. No tengo suficiente capacidad para entender la política ni a quienes la ejercen. Y si bien tengo mis ideales, el objeto de este articulo es el de contar historias humanas diferentes a lo que usualmente vemos en Sudamérica. Conductas sociales y personales, idiosincrasias distintas.

James Mckinlay:

?Jimmy? nació en Glasgow, Escocia, hace ya unos cincuenta y cinco años por lo menos. Desde chico es un fanático del Rock de los 60 y 70, sus épocas de adolescencia y posterior. Es en estos años que trabajo de minero, como todo quien le estreche sus callosas manos aun podrá notar.

Con la mayoría de edad se decidió a viajar por el mundo. Recorrió gran parte de Medio Oriente, Asia del sur y Oceanía. Tailandia, Singapur, India, China Australia e Israel.

Varias veces estuvo en cada uno de estos países, trabajando en ocupaciones temporales para subsistir, hasta que vencían las visas de turista que poseía.

En uno de sus tantos viajes por Israel, conoció a Lea, una israelí nacida en Argentina, que había emigrado junto con toda su familia cuando ella contaba solo siete años de edad.

Como amigos, decidieron recorrer mundo juntos. Viajaron a Londres, Glasgow, Bangkok, Singapur y finalmente en Sri Jayawardenapura Kotte, (así es el nombre de la capital de Sri Lanka, conocida también como Colombo).

Allí se casaron en 1984.

Regresaron a Israel, y Lea inscribió su matrimonio en el Ministerio correspondiente. Esto le otorgaba a Jimmy el derecho a recibir la ciudadanía israelí, cosa que acepto. Se inscribió en un curso de cinco meses para aprender hebreo, pero tuvo que abandonarlo a los dos ya que, con 32 años de edad, recibió la carta de ingreso al servicio militar obligatorio que todo ciudadano israelí debe prestar.

Jimmy, durante uno de sus "miluim" en una base del extremo norte de Israel

Jimmy, durante uno de sus "miluim" en una base del extremo norte de Israel

Se le asigno la tarea de conductor de camiones, para lo cual tuvo que pasar por una instrucción militar básica, el curso de chofer militar y, por su condición de inmigrante que no habla hebreo, debió seguir sus estudios de idioma en los cursos que se dictan dentro del ámbito militar. Su edad le dio la posibilidad de servir solo un año y medio en lugar de los, por lo menos, tres años que le corresponde a aquellos que ingresan al servicio con dieciocho años.

Jimmy es locuaz; le gusta y le entusiasma que cuente su historia. Le pido que me cuente anécdotas, experiencias pasadas en el servicio, y se le encienden los ojos. Relata con pasión casi latina lo que le pido.

El chofer sirve en todo el país, lleva y trae soldados y pertrechos de un lado para otro. Uno de estos lugares fue la Franja de Gaza.

Una noche viajaba transportando soldados, con el jefe de esa unidad en la cabina. Hacia calor, por lo que bajaron las ventanillas de ambas puertas. De pronto se escuchan dos disparos. Y si bien Jimmy había usado y escuchado a las armas disparar nunca había sido blanco de ellas. Escucho un zumbido pasar frente a su cara, y al oficial que le grita que acelere. Presintiendo el peligro, Jimmy aceleró lo mas que pudo y finalmente, cuando freno su camión unos dos kilómetros por delante, recibió la pregunta obligada: "Sabes que fue ese zumbido?? "Ni idea." Nos tiraron y la bala paso delante nuestro. Ese fue el zumbido. Entro y salio por la ventanillas".

Durante una de las primeras licencias que recibió durante su periodo de instrucción básica, estaba viajando en ómnibus por Tel Aviv vistiendo su ropa de fajina y con su fusil al hombro. Subió al transporte y el chofer, como es la costumbre le pidió al nuevo recluta que le muestre la credencial de militar, que le da el derecho a viajar gratis y armado en un transporte público.

Ahora bien, Jimmy tenia en ese momento 32 años. Era rubio, casi pelirrojo, de ojos celestes, y casi no hablaba y tampoco entendía mucho hebreo. En síntesis, era todo lo contrario al prototipo de soldado israelí que se ve en cualquier lugar de este país.

Cuando el chofer le pidió a Jimmy su credencial, este no entendió palabra y se fue hacia el interior del vehículo. Creyendo que el nuevo soldado podría ser en realidad un terrorista disfrazado, el conductor se bajo del vehículo y regreso con dos policías, que subieron al transporte, listos para todo. Cada uno de un lado, lo tomaron por las axilas y lo bajaron al pobre nuevo inmigrante devenido en soldado, le sacaron el arma, lo registraron de arriba abajo, le revisaron cada una de las pertenencias que llevaba encima, verificaron sus documentos y no lo dejaron moverse hasta que estuvieron seguros que era quien aparentaba ser.

Cuando todo estuvo en orden Jimmy, un tanto apabullado y con el orgullo por el suelo, pudo subir al autobús y viajar, no sin antes recibir un aplauso del resto de los pasajeros, y el asiento de un hombre que se lo cedió.

Recibió la orden de transportar a unos técnicos militares a Jerusalén. Jimmy no conocía la ciudad, y por eso les pidió a sus pasajeros que lo guiaran. Acá derecha, acá izquierda, seguí derecho, y de pronto estaban frente al kneset, el edificio del parlamento israelí.

Jimmy, durante uno de sus "miluim" en una base del extremo norte de Israel

Entraron y se le ordeno esperar a sus pasajeros en la sala que el edificio tiene especialmente preparada para los chóferes. Junto con otros pares, militares y civiles, pasaba el tiempo sin mucho que hacer, ya que no hablaba ni leía hebreo.

De pronto la puerta se abre y aparece una persona, que con voz gruesa saluda y le pregunta a todos como están. Jimmy no sabia que decirle. No era que no sabia como se sentía, sino que no podía explicarlo. No por lo menos en hebreo.

El hombre comenzó a hablarle en ingles, y ahí el escocés se sintió cómodo. Comunicativo como es, se puso a charlar con el recién llegado. Le explico que se sentía bien, que era nuevo en el país y aun no hablaba ni leía hebreo. Y por eso estaba, en ese momento, aburrido de no hacer nada. El hombre lo interrumpió, le pidió que esperara un minuto y salio de la habitación. Poco después volvió y le obsequio a Jimmy un ejemplar en ingles del Jerusalén Post, para que pasara el tiempo de espera un poco mas entretenido.

Pero aquí no termina la historia. La sorpresa fue mayor cuando los demás ocupantes de esta sala de espera le preguntaron a Jimy si conocía con quien había estado hablando, cosa que este negó.

Le explicaron que ese hombre había sido un activo miembro de la resistencia israelí antes de la declaración de la independencia. Que era militar de la reserva, llegando a ostentar el grado de Teniente General. Que había estado al frente de varios ministerios gubernamentales vitales para el estado, como el de defensa. Que había llegado a ser Primer Ministro de Israel, y que ahora formaba parte del parlamento como miembro de la oposición. El hombre con el que nuestro escocés había estado hablando, que le pregunto como se sentía y que le regalo un diario en ingles para entretenerse, se llamaba Isaac Rabin.

Luego de año y medio de servicio permanente, finalmente recibió el retiro. Pero en Israel, el retiro es el pase a la vida civil hasta próximo aviso.

Casi todo aquel que recibe el retiro sabe que será llamado de nuevo a servicio activo. Dependiendo el destino que haya tenido para casi todo ciudadano que ha cumplido con su servicio militar obligatorio durante el tiempo correspondiente, el retorno a la vida militar es una cuestión de tiempo.

Cada soldado, sin importar rango o posición, esta obligado por ley a regresar a filas por un periodo de por lo menos mes y medio cada año hasta cumplir los cuarenta y cinco años de edad. A este retorno se lo denomina "Miluim". Claro que esto puede variar de acuerdo a la función de cada soldado y a la situación particular que se presente. Habrá quien no será nunca llamado a miluim, y también habrá quien será llamado mas de lo que, de manera general, esta obligado por ley a servir.

Nuestro escocés retorno a su vida y por un periodo de casi dos años no recibió noticias del ejercito. Pero llego la primera "Intifada" (también conocida como La guerra de las piedras), y todo el ejército se movilizo. Jimmy fue llamado hasta cuatro veces por año, y ha servido por periodos de más de dos meses, siempre dentro de su función específica de chofer. Y así estuvo hasta el año 94, en donde recibió una carta que le agradecía los servicios prestados. Desde ese momento, nunca mas fue llamado a servicio activo otra vez.

Entre servicio y servicio, Jimmy armo su nueva vida en un país que solo conocía como turista. Trabajo en limpieza en un balneario ubicado en el lago Kineret, cerca de la ciudad de Tiberias, fue empleado en la morgue del hospital ubicado en la ciudad de Poría, trabajo como guardia se seguridad cuidando niños hasta los doce años en un colegio primario, y finalmente hoy vive con su esposa en un pequeño pueblo ubicado en las Alturas del Golan, y trabaja en una fabrica metalúrgica cerca de su casa, como obrero de tareas generales.

Jimmy hoy en un recreo de su trabajo

Como apasionado del Rock que es, ha formado parte de bandas como cantante. Ha hecho covers de canciones conocidas para empresas de publicidad, y como hobbie edita videos de música que sube a Internet.

Ron Svetloff:

Mas o menos al mismo tiempo en que James Mackinley fue llamado al servicio militar, Ron nacía en el hospital de Poria, pequeña población con vista al lago Kineret, ubicada al este de la baja Galilea.

Ron es el segundo hijo de padres nacidos en Argentina y, en aquellos tiempos, miembros de un Kibutz de la zona. Creció en un ámbito rural, lejos de grandes ciudades, rodeado de paisajes increíbles, de animales, de juegos. En sus primeros años fue un niño inquieto, con andar y movimientos descoordinados. Todo se le caía, todo se rompía en sus manos. Pero el era feliz. Era la edad en que estaba permitido hacer eso, y sus padres lo dejaron. Con la llegada de la adolescencia, Ron empezó a percibir que su cuerpo no hacia lo que su mente quería. Su coordinación motora era deficiente, su escritura era casi inentendible.

Luego de exámenes físicos, los médicos llegaron a la conclusión de que el niño había heredado de su padre una no muy común enfermedad neurológica, que afecta entre otras cosas, a sus extremidades y a la coordinación necesaria para moverlas. Así que el joven, otrora inquieto, se hizo introvertido, y paso sus años de secundaria sin actividad física pero dotado con una soberbia inteligencia, muy por encima de la media entre los de su misma edad. No corría, pero leía, no saltaba, pero armaba computadoras usando ladrillos Lego.

Ron, el primero de la derecha, junto a sus padres y su hermano Nadav, cuando aun esperaba ser aceptado como voluntario en las fuerzas armadas

Llego el fin de la escuela secundaria y, como todo israelí a esa edad, Ron recibió la carta que le informaba que debía presentarse al servicio militar obligatorio. Para su decepción, los primeros exámenes físicos le negaron la posibilidad de servir en las fuerzas armadas. Y esto que, a los ojos de un sudamericano puede ser una alegría, para un israelí es una gran pena, una frustración muy grande, en algunos casos una gran deshonra. Y es que en Israel, las fuerzas armadas son las instituciones mas grandes y mas prestigiosas del estado. Servir en ellas con el objeto de defender al país es un honor para una amplia mayoría de la población.

Pero Ron no se conformo con la respuesta de los médicos militares y utilizo un recurso muy difundido en la sociedad israelí con el objeto de ingresar en la milicia: El voluntariado.

Ser voluntario para cualquier actividad es una cualidad muy difundida en Israel. Quien quiera puede ser voluntario para las mas diversas tareas. Una de ellas es, el servicio militar en el marco y la función en que el voluntario pueda desempeñar alguna tarea útil acorde a sus condiciones físicas.

Pero la aceptación por parte de las fuerzas armadas de un voluntario con impedimentos físicos no es sencilla. Se teme la influencia negativa que el servicio puede provocar en la salud del voluntario.

Ron presento su solicitud. Tuvo que pasar por cinco comisiones de evaluación médica que discutieron su caso, y que sistemáticamente lo rechazaban. Pasaba el tiempo, y no había resultados. Su condición física no encajaba para el servicio. Pero Ron persevero. Busco caminos alternativos para ingresar en alguna unidad que le permitiera usar su inteligencia en lugar de su cuerpo.

Luego de una espera de un año y medio, finalmente Ron fue aceptado como voluntario al servicio militar, en el marco de la Fuerza Aérea Israelí. Durante un año y medio (el tiempo mínimo que se sirve siendo voluntario) vestiría el uniforme de su Fuerza, estaría bajo régimen militar, utilizando su cerebro en lugar de su cuerpo.

El periodo de instrucción militar básica para personal como Ron es casi simbólico. Tiene una duración de cinco días, y los voluntarios no están obligados a realizar actividades físicas. Solo se exige participar, aunque mas no sea como espectador.

Con la ?instrucción? terminada, Ron recibió su destino en una de las unidades mas conocidas en todo Israel: La unidad 669, conocida también como la unidad de ?Búsqueda y rescate? de las Fuerzas de Defensa de Israel. No existe quien haya estado en servicio activo que no conozca a la 669. Ya sea por haber sido ?cliente? de sus servicios, o bien por haber escuchado alguna historia de quien lo fuera esta unidad, también conocida como los ?ojos verdes? (por el color característico de los dispositivos de visión nocturna que usan los pilotos de helicóptero para volar de noche) se ha ganado una buena reputación tanto entre civiles como militares cuando de rescate se trata.

Ron comenzó a trabajar en el área de sistemas informáticos de la unidad. Con diecinueve años y sin estudios formales en el tema, el mantenimiento de todo lo que estuviera relacionado con computadoras fue su principal función en la unidad.

También participó en equipos de trabajo para el desarrollo de aplicaciones prácticas de nuevas tecnologías, útiles a su unidad. Pero cuando le pedí que me diera ejemplos de esos proyectos Ron, como muchos en Israel, dice que no puede contar mucho. Es que, mas allá de generalidades, no se permite ahondar demasiado en detalles sobre cuestiones militares, ni las investigaciones que derivan de ellas.

Su vida militar se asemejaba más a la de un colegio pupilo que a un régimen castrense. Ingresaba en su base, ubicada al sureste de Tel Aviv, los domingos a media mañana, y los jueves al mediodía regresaba a casa. Claro esta, también había fines de semana que debía pasarlos en la base. Pero de ninguna manera existía un régimen estrictamente militar, no por lo menos con el y los voluntarios que allí servían.

Cuando fue necesario, Ron también sirvió en la sala de comando de la unidad. Allí donde se reciben los pedidos de auxilio y rescate, y se coordinan los medios necesarios para prestar ayuda. Allí estuvo cuando se lo necesito durante el mes y algo mas que duro la segunda guerra del Líbano, en que Israel peleo contra la organización terrorista Hezbollah.

Al final del periodo obligatorio de servicio, se le pidió a Ron permanecer voluntario otro medio año mas, cosa que este acepto. Recibió el grado de sargento, y continúo con su trabajo. Cuando el periodo de ampliación también estaba por llegar a su fin, se le ofreció nuevamente ampliar el servicio por otros dos años, aunque este periodo ya seria como un trabajo, con cobro de sueldo.

Ron había demostrado que solo con su cerebro había sido un elemento más que útil a las fuerzas armadas. Aquella fuerza que había rechazado durante tantas veces su pedido de ingreso, finalmente le pidió que firmara una ampliación del voluntariado por medio año más, y luego de ello ya le ofrecía un buen trabajo.

Pero Ron quería estudiar, sentía que ya había cumplido con su país, había encontrado a una linda voluntaria en su servicio con quien estaba de novio (que había decidido retirarse del voluntariado también) y, por otro lado, había tenido problemas familiares graves ya que su padre falleció cuando Ron casi recibía el retiro.

Se retiro de la Fuerza Aérea y se dedico a preparar su ingreso a la universidad. Paso los exámenes de ingreso con notas sobresalientes para ingresar a la mejor universidad tecnológica de todo Israel, el ?Technion? de Haifa. Pero decidió que era aun mejor estudiar en una universidad con un nivel levemente inferior a lo que podía encontrar en Haifa, pero con menos distancia entre el y su novia que estudia en la universidad de Tel Aviv.

Ron Svetloff, luego del servicio, con mi perra

El presente lo encuentra a Ron preparando su ingreso a la Universidad de Tel Aviv, pero al mismo tiempo ya comenzó a estudiar la carrera de Ciencias de la Computación, a través de la universidad abierta, que le permite estudiar desde su propio cuarto a través de Internet. Mientras tanto, trabaja en una empresa que se encarga de depurar software. Y todo ello, solo con lo que ha aprendido por si mismo. Sin siquiera haber conseguido un primer titulo universitario.

Nadav Svetloff:

Nadav nació en la localidad de Rishon le Tzion, al sur de Tel Aviv. Es, por un poco mas de un año, el hermano mayor de Ron. Siendo un bebe, toda su familia se mudo a un kibutz al sureste de la baja Galilea. Allí creció junto a su hermano, en las mismas condiciones que el.

Pero ambos hermanos son personas distintas. Si Ron heredo de su padre esa inteligencia increíble, ese pensamiento ordenado y lógico, Nadav heredo de su madre esa pasión por las artes, por lo humanístico, por la capacidad de crear de la nada algo bonito. La adolescencia lo encontró con un cuerpo fuerte y sano, con una personalidad muy sociable que lo rodeaba de amigos. Comenzó a pintar cuadros y murales siendo casi un niño.

Como todo joven israelí al final de sus estudios secundarios, recibió la carta del ejército que lo imponía de sus obligaciones militares. Sin embargo y, nuevamente a diferencia de su hermano, Nadav siempre considero al servicio militar como una carga. Nunca deseo tener que servir tres años de su vida en una actividad que no sentía.

Nadav, primero de la izquierda, en servicio activo

Pero una obligación es una obligación. Nadav, aun con sus convicciones intactas, recibió uno de los más altos puntajes en lo relativo a capacidad física para servir en cualquier unidad militar y en cualquier especialidad que deseara. Y eligió una unidad que es considerada de elite entre las unidades regulares en el ejercito, a la misma altura en cuanto a preparación y prestigio que los Paracaidistas, o las Brigadas de infantería Golani o Givati: Ingreso a La Brigada de ?Andasaim ha Kravim?, los Ingenieros de Combate del ejercito israelí.

Poco mas de seis meses de un durísimo entrenamiento básico, cuatro meses de entrenamiento general en la especialidad ingeniería de combate, y otros cuatro meses mas en la rama especifica de la ingeniería de combate que se conoce como QBN (sigla que significa Química, Bacteriológica y Nuclear), que fue la que el eligió seguir. Siguieron cuatro meses en que fue enviado al frente, sirviendo en patrullas de combate y control en alguna zona al norte de Ramallah.

Nadav, cuando aun era soldado, en una guardia

Con la mitad de su servicio como soldado cumplido, se le ofreció seguir un curso para suboficial, y el acepto. Otro duro curso, con exámenes físicos finales extenuantes, con caminatas de cincuenta kilómetros en diez horas con todo el equipo encima, en agosto (el mes más caluroso del año) y en el desierto. Y así agrego a sus insignias de combatiente de elite, las que lo distinguían como suboficial.

Tenía dos opciones: O continuar en el frente, ahora como jefe, o bien estudiar para convertirse en instructor de los nuevos aspirantes a ingenieros de combate. Otro curso más de capacitación como instructor, y comenzó a recibir a sus soldados, a su sección para entrenar.

El final de su periodo de servicio lo encontró con la máxima jerarquía posible para un combatiente que esta en su periodo de servicio militar obligatorio. El ?Samal Rishon? o Sargento Primero Svetloff cumplió lo mejor que pudo con un servicio obligatorio que no quería pero debía hacer.

Es bastante común que, luego del servicio militar, aquellos que han estado en posiciones de combate hagan un viaje por el mundo, al estilo mochileros. Es así que pueden verse hoy en día jóvenes israelíes en lugares tan distantes como Bariloche y Kuala Lumpur que buscan ? limpiarse ? de lo que han pasado en el frente. Sin embargo Nadav quería estudiar Diseño de Alta Costura en la Universidad de Tel Aviv, y necesitaba dinero para ello. Dinero que no poseía.

Nadav, tercero desde la derecha, con parte de sus soldados en periodo de instrucción

Nadav, con sus insignias ingeniero y de Sargento

Se fue a Nueva York durante seis meses a trabajar para una empresa israelí de mudanzas con la idea de ahorrar dinero que le permitiera pagarse toda la carrera. Y no tuvo éxito. Si bien volvió sin perdidas no tuvo ganancias suficientes para pagar poco mas que un año de estudios.

Se mudo desde el sur de la Galilea, donde vivía con su madre y su hermano, a Tel Aviv, a un departamento muy pequeño situado en un edificio en muy mal estado de unos de los barrios del sur de la ciudad. Estudiaba y para sobrevivir trabajaba como mozo en un restaurant, recibiendo solo la propina como todo salario.

Hoy sigue siendo mozo, aunque en un restaurant en donde hace mejores propinas. Con tres años y medio de universidad, y faltando solo medio para recibirse, abandono los estudios. Sigue pensando lo mismo que pensaba de adolescente sobre el servicio militar, y trata por todos los medios de no tener que hacer ?miluim?.

Nadav hoy, tomando mate en una plaza de Tel Aviv

Hortensia Knafo y Nofar Ohana:

Creo acertado, antes de contar la historia de estas dos damas, el hacer un pequeño resumen de las obligaciones femeninas para con las Fuerzas de Defensa de Israel.

Desde antes del establecimiento de Israel como estado, y con mas urgencia luego de la declaración de la independencia en 1948, uno entre tantos déficits de los que se tuvo necesidad imperiosa de solucionar fue la carencia de recursos humanos, de mano de obra de cualquier tipo, debido esencialmente a la falta de habitantes, y a la imperiosa necesidad de solventar un esfuerzo de guerra en todos los frentes y contra siete ejércitos que operaban coordinadamente.

Es por ello que la mujer, en cuanto a obligaciones militares se refiere, siempre ha estado sometida a un régimen de servicio muy similar al de los hombres.

Hortensia durante su periodo de servicio, con un mas que singular "uniforme"

Si bien la mayor carga en lo que a régimen castrense se refiere, siempre estuvo soportada por el sexo masculino, las mujeres israelíes han sido tan importantes en lo que se refiere a defensa de este país como los hombres. Claro que hay diferencias y excepciones en las obligaciones que deben cumplir las mujeres. Pero en lo que se refiere a enlistamiento militar a la edad de dieciocho años aproximadamente, ambos sexos están obligados por ley.

La principal diferencia tiene que ver con el tiempo de servicio activo y obligatorio bajo régimen militar, que en el caso de las mujeres es de dos años en lugar de los tres que sirven los hombres.

Las mujeres casadas, madres o embarazadas, no tienen obligación de servir. De igual manera, aquella mujer que este en periodo de servicio temporal (miluim) una vez que termino su servicio obligatorio, queda exceptuada de continuar con el mismo si se casa, o es madre.

Las mujeres no tienen la obligación de ser combatientes, de estar en el frente de batalla. Pero eso no impide que pertenezcan a unidades de combate. Es así que hoy es posible ver mujeres paracaidistas, o tanquistas, solo por mencionar dos especialidades.

Hortensia y Nofar viven en Kiriat Shmona, la ciudad mas septentrional de Israel, ubicada a unos 10 kilómetros de la frontera con El Líbano. Trabajan en la misma fábrica, son amigas y se llevan muy bien.

Hortensia nació en Melilla, ciudad española ubicada en África, y a la edad de cinco emigro a Israel con su familia. Habla un castellano muy elemental, y se esmera todo el tiempo en mejorarlo. Pero a decir verdad, es mas fácil para mi comunicarme con ella en hebreo. No me dice y no le pregunto su edad, la que estimo cercana a los cincuenta. Sin embargo, se muestra como una hermosa mujer, con muchas ganas de vivir.

Nofar nació en el hospital de la ciudad de Zafed, y siempre residió en la misma ciudad. Tampoco le pregunto su edad, pero la estimo entre veinte y veintidós años. En principio se muestra como una persona tímida y reservada, pero con el paso del tiempo, veo que no es así, que solo había que romper el hielo.

Ambas han tenido una infancia llena de similitudes. Han sido niñas y adolescentes reservadas, siempre han estado en su casa, han tenido sus amigos y amigas pero no desarrollaron esa necesidad de salir del hogar y compartir salidas a bailar, a tomar algo, a escuchar música, de camping. Sus vidas fuera de la familia estuvieron representadas por las actividades escolares, y no mucho mas.

Luego del periodo de estudios básicos, y como a toda adolescente que ronda los dieciocho años, ellas recibieron sus respectivas cartas para presentarse a servir en las fuerzas armadas. Ninguna de las dos se sintió contenta con ello. Hortensia nunca tuvo deseos de estar dos años bajo régimen militar y Nofar temía a lo desconocido, a salir de su casa, de su ámbito.

La revisada medica obligatoria encontró a una Hortensia adolescente sana y con un ?profile? (algo así como un numero entre 10 y 97 que indica el grado de aptitud física del observado) lo suficientemente alto como para servir donde ella quisiera. Nofar no fue tan afortunada. Sufre de asma y de cierta miopía, con lo que su calificación la privaba de ciertas opciones de servicio, aunque no la eximia de su obligación militar bianual.

Pero Hortensia no quería hacer nada, ni siquiera estar ahí. Así que a la pregunta que todo conscripto recibe al comienzo de su servicio (en que unidad quiere servir) contesto que estaba dispuesta a ser ?soldado? para ocupar el puesto de menor trascendencia, el que menor exigencia le obligara y que menores responsabilidades tuviera. Y así, luego de ?arduas deliberaciones?, el ejercito contó con una nueva operadora telefónica de una central ubicada en una base en el centro de la región norte del país conocida como Galilea.

Nofar llegó a su revisacion sin las mas mínima idea sobre el destino que elegir o que le tocaría en suerte. Encontró algunas conocidas de su escuela secundaria entre los que se presentaban como ella, y decidió seguirlas. Espero saber que decisiones tomaban sus amigas, y cuando supo que estas recibían el destino en la Fuerza Aérea, opto seguir el mismo camino.

Nofar, con insignias de Cabo Primero, durante su periodo de servicio

La vida militar de Hortensia no era feliz. Curso el nivel mas bajo, mas básico, y el menos exigente de instrucción militar. Estuvo durante un mes y medio, ?bailando?, aprendiendo a disparar un subfusil, a arrastrase, a correr y saltar. Cada día deseaba que terminara su instrucción para dedicarse a su central telefónica.

Los 64 puntos que Nofar recibió en su revisacion medica, si bien no la eximían de tener que hacer la instrucción básica y mínima de un mes y medio, y al igual que Ron Svetloff, no hubo ejercicio físico en su periodo de instrucción.

Recibió un destino bastante singular. Lejos de las tareas clásicas castrenses, Nofar curso, dentro del mismo ámbito castrense, estudios sobre soldadura de placas electrónicas y empezó a trabajar en la confección y producción de placas desarrolladas como parte de nuevos sistemas de armas, o mejoras de los sistemas ya existentes, de las aeronaves y dispositivos de su fuerza.

Hasta la ropa de fajina le molestaba a Hortensia. Siempre estaba buscando maneras de que su uniforme no pareciera un uniforme. Y de vez en cuando lo lograba. Su vida en la base consistía en ingresar a la mañana, tomar posición frente a su central y operarla, mientras esperaba que el día pase. Y así, unos tras otro, hasta que su periodo de servicio termine. No molestar a nadie, procurar que nadie la moleste y que el tiempo corra lo mas rápido posible.

Mas que un servicio militar, la vida de Nofar en la Fuerza Aérea era mas parecida a un trabajo en una fabrica de alta tecnología. Ella era un eslabón mas en la cadena de diseño, prueba y producción. Tenia a otros soldados conscriptos junto a su unidad que hacían el mismo trabajo que ella. Otros mas tenían tareas similares y relacionadas. Recibia su trabajo en un ambiente en donde lo militar estaba mas emparentado con las formas y las vestimentas.

Como su base estaba lejos de casa, ella pasaba toda la semana alli. Solo los fines de semana ella recibia permiso de salida. Esto hacia que no tuviera que hacer guardias, ya que de ello se encargaba los compañeros que vivan cerca y podian entrar y salir de la base todos los dias.

El final del servicio para Hortensia fue como nacer de nuevo. Ella admite que, si bien no le gusto en absoluto estar bajo régimen militar, los dos años de servicio la sacaron de su casa, y le enseñaron el mundo. Se caso, y tuvo 3 hijos. Trabajo en fabricas de armas, en una de ellas era parte de la línea de producción de los subfusiles Uzi.

Hoy esta separada, y trabaja como soldadora en una fabrica que produce circuitos impresos. Sale a pasear y divertirse cada vez que puede.

Durante la entrevista, Hortensia y Nofar juntas posando en mi casa

Poco antes de haber cumplido con su periodo obligatorio de servicio, Nofar recibio un ofrecimiento de quien fuera su jefe para seguir en el mismo puesto en que trabajo durante dos años. Seguiria bajo regimen militar, pero como personal rentado. Tomo la decisión equivocada y dijo que no, quizas influenciada por el hecho de que un compañero de seccion, con quien habian iniciado una relacion, se retiraria.

Hoy siguen pensando que se equivoco al decir que no. Intento volver pero su lugar ya estaba ocupado por nuevos conscriptos.

Desde hace un par de meses, trabaja junto a Hortensia en a misma fabrica de circuitos impresos, haciendo uso del oficio que aprendio en la Fuerza Aerea.

Final

Todos aquellos con los que hable se mostraron sorprendidos frente a mi afirmación de que, para un sudamericano como yo, es difícil de entender aquello de que se puede ser Oficial de una unidad de fuerzas especiales y agricultor al mismo tiempo, o se puede ser piloto de cazabombardero y lavar ropa en una tintorería. Para ellos, lo difícil de entender era como yo no podía comprender una característica tan común de este país.

El tener que servir tres años o mas dentro de un régimen militar, y luego estar a disposición durante gran parte de la vida de ese mismo régimen es parte de la idiosincrasia israelí. Simplemente es así, y nadie aquí se cuestiona esto. Saben que este periodo altera toda la vida de la gente en sus estudios superiores, en la formación de hogares o carreras laborales y profesionales, pero como aquí se dice ?Es lo que hay?. Las necesidades de defensa de este pequeño estado así lo establecen.

No quería finalizar este articulo sin mencionar que he tenido la posibilidad de escuchar las experiencias de otras personas que han servido en diferentes unidades y funciones dentro del amplio espectro que existen en las fuerzas armadas israelíes.

Pero por diferentes razones, sus historias no han quedado plasmadas en estas líneas. Ya sea por no tener autorización para hacerlas publicas, porque el recordar lo hace retroceder a situaciones dolorosas, o porque prefiere que estas experiencias queden dentro del circulo de camaradas de armas.

Lo cierto es que no quería dejar de agradecer a Mario, Iosi y Tidhar, el haberme contado parte de su vidas que no suelen compartir con cualquiera.

A ellos, y a quienes si son parte de estas líneas, va dedicada esta nota.

Mendez Rolando

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